La simple realidad es que ETA renuncia a lo que ya es inviable, pero ni entrega las armas ni se disuelve. Está encantada de haberse conocido, de haber matado y hasta quiere que se le agradezcan los servicios prestados reconociendo lo acertado de su visión política. La única pregunta ahora pertinente es: cuando ETA vea que el Estado de derecho no se suicida para complacerla, cuando compruebe que las cárceles no se abren por mágico conjuro y que no hay mesa de partidos, sino el ya establecido juego parlamentario en el marco constitucional…¿seguirá resignándose a perdonarnos la vida o volverá a las criminales andadas?
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