Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Hay que decir que Espinoza (el filósofo de Burgos que pulía lentes en Ámsterdam, no el cantante de los Red House que el viernes gritaba “¡Aouuuhhh!” en Guadarrama) condenó el arrepentimiento por considerarlo una forma vergonzosa de la tristeza, pero José Luis Núñez, que es de Baracaldo, no ha leído a Espinoza en Barcelona, donde andan muy arrepentidos de haber dejado escapar a Mou.
–Cometí el error de dejar marchar a Mourinho –ha dicho Núñez.
Era cuando le pagaba diez mil pesetas mensuales por traducir a Robson para la prensa de Barcelona, donde la inmersión lingüística ha hecho estragos también con el inglés.
Y por Cruyff, que ya empieza a reconocer que el Madrid juega bien al fútbol, sabemos que Rosell a quien quería era a Mou antes que a Pep para entrenar a un Barça que cuenta, en cualquier caso, con dos interiores de leyenda, Villar y Platini, que después de verse los ochenta y seis capítulos de “Los Soprano” creen que la Uefa está por encima de la Justicia.
La cosa es que, luego de quitarle con el Inter la “Orejona del Bernabéu” al Barcelona, Mourinho acabó en Madrid, para disgusto de cursis y progres de corral: los cursis, con esa xenofobia castizota del cursi madrileño que sabe que la capital de España debió ser Lisboa, le llaman “criado”, y los progres, “nazi”.
Una revista inglesa, 'AskMen', sostiene, sin embargo, que Mou y Ronaldo son mundialmente más populares que Pep y Messi (“Dare for more?”), impresión que Valdano, que de madridismo nunca ha hablado de balde, pretende corregir con su homilía semanal:
–Hermanos madridistas, al Barcelona no hay que odiarle. Hay que ganarle.
Eso, sí: con cuidado.
Y con mucha estética.
Mientras, el Madrid de Mourinho comienza a despachar partidos que anuncian, Platini y Villar mediante, a un campeón soberbio. Sin señorío (es decir, sin cursilería), pero con goles, uno de ellos (el último de Cristiano al Málaga) con guiño al de Cruyff a Reina contra el Atlético.
Pasando por encima de Iturralde el Inefable, cuya creatividad concibió un penalti para Messi en el minuto 93 como remedio al cerocerismo del Sevilla en Barcelona, el Madrid de Mourinho encabeza la Liga que sus enemigos, el polígrafo de San Mamés y la doctora Melfi de Buenos Aires, daban por perdida tras del empate en Santander.
Hubo tangana en Barcelona, pero la doctrina del “As”, al no estar por medio Mou, que las hace malas, ni el marqués, que las hace buenas, no se puede aplicar.
–Bueno, vale, el Madrid ha ganado… pero ¿y la renovación de Carvalho? Valdano no conocía la cláusula. ¡Qué falta de señorío!
Para la posteridad, recojamos dos frases que la prensa hace pasar por aforismos nietzscheanos de dos eminencias del señorío que compiten en nuestros banquillos contra la bizarría de Mou...
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Abc
Hay que decir que Espinoza (el filósofo de Burgos que pulía lentes en Ámsterdam, no el cantante de los Red House que el viernes gritaba “¡Aouuuhhh!” en Guadarrama) condenó el arrepentimiento por considerarlo una forma vergonzosa de la tristeza, pero José Luis Núñez, que es de Baracaldo, no ha leído a Espinoza en Barcelona, donde andan muy arrepentidos de haber dejado escapar a Mou.
–Cometí el error de dejar marchar a Mourinho –ha dicho Núñez.
Era cuando le pagaba diez mil pesetas mensuales por traducir a Robson para la prensa de Barcelona, donde la inmersión lingüística ha hecho estragos también con el inglés.
Y por Cruyff, que ya empieza a reconocer que el Madrid juega bien al fútbol, sabemos que Rosell a quien quería era a Mou antes que a Pep para entrenar a un Barça que cuenta, en cualquier caso, con dos interiores de leyenda, Villar y Platini, que después de verse los ochenta y seis capítulos de “Los Soprano” creen que la Uefa está por encima de la Justicia.
La cosa es que, luego de quitarle con el Inter la “Orejona del Bernabéu” al Barcelona, Mourinho acabó en Madrid, para disgusto de cursis y progres de corral: los cursis, con esa xenofobia castizota del cursi madrileño que sabe que la capital de España debió ser Lisboa, le llaman “criado”, y los progres, “nazi”.
Una revista inglesa, 'AskMen', sostiene, sin embargo, que Mou y Ronaldo son mundialmente más populares que Pep y Messi (“Dare for more?”), impresión que Valdano, que de madridismo nunca ha hablado de balde, pretende corregir con su homilía semanal:
–Hermanos madridistas, al Barcelona no hay que odiarle. Hay que ganarle.
Eso, sí: con cuidado.
Y con mucha estética.
Mientras, el Madrid de Mourinho comienza a despachar partidos que anuncian, Platini y Villar mediante, a un campeón soberbio. Sin señorío (es decir, sin cursilería), pero con goles, uno de ellos (el último de Cristiano al Málaga) con guiño al de Cruyff a Reina contra el Atlético.
Pasando por encima de Iturralde el Inefable, cuya creatividad concibió un penalti para Messi en el minuto 93 como remedio al cerocerismo del Sevilla en Barcelona, el Madrid de Mourinho encabeza la Liga que sus enemigos, el polígrafo de San Mamés y la doctora Melfi de Buenos Aires, daban por perdida tras del empate en Santander.
Hubo tangana en Barcelona, pero la doctrina del “As”, al no estar por medio Mou, que las hace malas, ni el marqués, que las hace buenas, no se puede aplicar.
–Bueno, vale, el Madrid ha ganado… pero ¿y la renovación de Carvalho? Valdano no conocía la cláusula. ¡Qué falta de señorío!
Para la posteridad, recojamos dos frases que la prensa hace pasar por aforismos nietzscheanos de dos eminencias del señorío que compiten en nuestros banquillos contra la bizarría de Mou...
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ITURRALDE Y MATEU
Iturralde el Inefable y Mateu el Inglés son dos árbitros como Zapatero y Churchill son dos políticos. El sábado Iturralde arbitró al Barcelona en el Camp Nou, y cuando la cosa pintaba mal, allá por el minuto 93, el prestidigitador de Bilbao pitó un penalti. El estilo inglés de Mateu consiste en dejar jugar hasta el límite, lo cual favorece a los equipos pequeños que juegan en casa, y arbitró al Madrid en Málaga. Si todos los árbitros fueran Mateu, las Desdémonas de Pep tendrían que contratarse con la Fura dels Baus.
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Iturralde el Inefable y Mateu el Inglés son dos árbitros como Zapatero y Churchill son dos políticos. El sábado Iturralde arbitró al Barcelona en el Camp Nou, y cuando la cosa pintaba mal, allá por el minuto 93, el prestidigitador de Bilbao pitó un penalti. El estilo inglés de Mateu consiste en dejar jugar hasta el límite, lo cual favorece a los equipos pequeños que juegan en casa, y arbitró al Madrid en Málaga. Si todos los árbitros fueran Mateu, las Desdémonas de Pep tendrían que contratarse con la Fura dels Baus.
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