José Ramón Márquez
He leído una carta que le envían a la Presidenta de la Comunidad de Madrid varias asociaciones taurinas y, reconociendo la buena intención que les lleva a la redacción de esa misiva, no puedo estar más en desacuerdo con la mayoría de los puntos en los que esos asociados cifran lo que debe ser el futuro. Vayamos por partes.
No empezamos bien, porque el citado documento censura en su punto primero "el descaste de los encierros, el desacople entre los carteles de figuras y la importancia de las reses lidiadas, el aburrimiento generalizado día tras día en una serie de corridas sin interés presenciadas por un público poco exigente al que se cede o regalan las entradas del abono". A continuación aclara que ha habido “detalles excelsos como el tercio de quites del día de la Beneficencia o algunas actuaciones meritorias”.
Claro que cualquiera que conozca mínimamente el mundo de los toros está en condiciones de asegurar que los famosos “detalles excelsos del tercio de quites” no se hubiesen producido jamás con un “encierro encastado” y con “cartel no desacoplado entre las figuras y la importancia de las reses lidiadas”. O sea, que en un párrafo va una verdad, y en el siguiente, la contraria. En cuanto a la libre asistencia al espectáculo, se comenta por sí solo: ¿acaso hay que sacarse carnet de entendido para ir a los toros? ¿No puedo regalar las entradas al portero, si me place?
El segundo párrafo exime de la mayor parte de la responsabilidad por los pésimos resultados de San Isidro a los criadores de toros -incluido juampedro, imagino- y a los que se visten de luces, y la hace recaer en quienes como propietarios deciden cómo gestionar el coso y en quienes “como gestores seleccionan ganadería y toreros y los combinan en los carteles de la Feria”. Es la opinión de los firmantes.
El tercer párrafo contiene las soluciones que estas asociaciones proponen para el futuro. Confieso que me dan algo de miedo. En el punto 2 piden que la Comunidad de Madrid tenga competencias en la elección de ganaderías y toreros, en su combinación y remuneración... Entonces, ¿para qué está la Empresa? En el punto 4 piden la creación del “Defensor del aficionado”. Otro tragaldabas más para invitar a coloquios y a cenas. En el punto 6 demandan la participación de las asociaciones de abonados y aficionados en la gestión de la temporada taurina y de las “actividades culturales” por la vía de darles cabida en esa inutilidad llamada Consejo Taurino, que de esta forma sería lo mismo de inútil, pero con más miembros a invitar a coloquios y cenas.
Dejo para el final tres puntos. En primer lugar, el punto 5, que es la reapertura de El Batán, lugar con el que me une una gran corriente de simpatía desde mi más tierna infancia. Estoy absolutamente de acuerdo con este punto y me permito sugerir que, en el poco probable caso de que se verifique su reapertura, se luche también por extremar el cuidado en la concesión del servicio de restaurante de dicha instalación a una empresa que sea solvente gastronómicamente.
Me quedan los puntos 1 y 3. En el primero se pide la no renovación a Taurodelta. Me da igual. Desde los tiempos de Casiano, el de ‘Oy no ay Sol’, en la Plaza Vieja, el empresario siempre ha sido malo en el momento que lo era y bueno desde el momento que deja de serlo. En el punto 3 se pide la eliminación de la Feria del Aniversario, cosa con la que estoy totalmente de acuerdo, y la “selección exquisita” de las ganaderías, toreros y novilleros. Estoy de acuerdo también, aunque no entiendo si la exquisitez se sustancia en José Escolar o en Cuvillo, en Morante o en El Fundi, que en esto de los toros hay tantas opiniones como aficionados y veo difícil ponerse de acuerdo en este lugar común de la exquisitez.
En suma, la carta de marras me parece un brindis al sol que revela el malestar que cunde entre muchos aficionados y el deseo inconfesado de algunos por ahí de tener más relevancia social en el mundo del taurineo, que al final casi todos acaban en lo mismo.
Yo, en aras de una mayor claridad y concisión, habría puesto tan sólo dos puntos en la carta petitoria:
1. Garantizar al empresario la absoluta falta de injerencia de la CAM en la gestión empresarial de la plaza, más allá de la verificación del cumplimiento minucioso de las cláusulas del pliego de concesión y, consecuentemente, disolución inmediata del Consejo Taurino.
2. Revocar la obligatoriedad de la adquisición del abono completo de San Isidro para mantener los derechos de abonado, sustituyéndolo por la obligatoriedad de la adquisición de un porcentaje de las entradas de dicho abono.