domingo, 13 de junio de 2010

«Si Castro gobernara el Sahara importaría arena»

ANTONIO JOSÉ PONTE


Alfredo Valenzuela

Abc de Sevilla

Antonio José Ponte, escritor. Cubano exiliado en España, subdirector del diario digital Diario de Cuba (www.ddcuba.com), es autor de libros como La fiesta vigilada (Anagrama) y del poemario Asiento en las ruinas, que ha publicado en Sevilla con Renacimiento.


—¿Le extraña que ni las feministas ni el Ministerio de Igualdad hayan defendido a las Mujeres de Blanco, pese a ver en los Telediarios cómo son agredidas?

La complicidad con el régimen cubano ha sido tan sostenida que reservo mi extrañeza para señales mejores, como la condena a la falta de libertades en Cuba hecha por UGT y CCOO, la resolución del Congreso español sobre los presos cubanos de conciencia, la fundación de la Plataforma de Españoles por la Democratización de Cuba

—Cuba era el tercer país latinoamericano más rico en 1958, ahora es el penúltimo. ¿La Revolución no hace milagros?

Hay un chiste, adjudicado a Bill Clinton, en el cual Fidel Castro gobierna el Sáhara y no tarda en importar arena.

—El otro día le preguntaron en Sevilla a Eduardo Galeano por la falta de libertades en Cuba y perdió los nervios. ¿Se acostumbró a ruedas de prensa cubano-venezolanas?

No es raro que haya perdido los nervios. Su acercamiento al tema es, si no oportunista, sentimental. Soporta mal las objeciones. Lo que tengo leído suyo me recuerda a la pintura de Guayasamín. Ambos hablan en falso por las víctimas.

—La teoría de Galeano es que no se puede reprochar el hambre a la Revolución cuando el capitalismo, en mil años (sic), no la ha erradicado…

Mejor no reclamarle a Galeano precisiones históricas. Si afirma que el capitalismo existe desde hace un milenio ha de ser por lo desesperante que se le hace vivir en él. Combatir el hambre resulta tan exigible al capitalismo como al socialismo.

—Por cierto que Chávez regaló un libro de Galeano a Obama. ¿Imagina a Chávez leyendo otra cosa que no sea de Galeano?

Alguna vez me interesó rastrear las lecturas formativas de Castro: Mussolini, Martí, marxismo... Hay noticias de que visitó la casa de Batista y buscó en la biblioteca, sin hallarlo, la Técnica del golpe de Estado de Malaparte. Hasta ahora, sin embargo, no he sentido curiosidad por las lecturas de Chávez.

—¿Willy Toledo hizo con Orlando Zapata un ejercicio de lógica: si Cuba es un país libre, todos los presos son comunes?

Hay que ver lo susceptible al juicio público que es Willy Toledo. Si califica de cacería de brujas la reacción ante sus declaraciones, puede sostener que Cuba es un país libre. En ambos casos sobreactúa.

—¿Cuba tendrá su ‘Memoria histórica’?

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—Como el bloqueo no existía, ¿hubo que inventarlo?

En 1960 Sartre escribió que si los Estados Unidos no existieran, la revolución cubana tendría que inventarlos para conservar su frescura y originalidad. El embargo estadounidense -el lenguaje oficial cubano lo llama bloqueo para hacer su Stalingrado- ha permitido el establecimiento de un estado de excepción. Y, dentro de él, todas las irresponsabilidades de los gobernantes cubanos. Pues hay siempre un culpable, el imperialismo.

—¿La idea de los homosexuales que tiene el castrismo es como la de Evo Morales?

Donde el presidente boliviano considera la ingestión de pollo, el puritanismo revolucionario cubano vio al capitalismo como origen de desviaciones sexuales.

—¿Es una ironía monárquica que en una república el poder sea hereditario, como demuestran los hermanos Castro?

Puro sarcasmo; la historia cubana andaba falta de una dictadura dinástica. Ya tenemos nuestros Somoza, nuestros Duvalier.

—Usted ha denunciado el discurso coincidente de Raúl Castro y del cardenal Jaime Ortega

Coinciden las iglesias, católica y comunista. Lo alarmante es que el cardenal Ortega reproduzca el dialecto y la dialéctica de las autoridades cubanas.

—¿Lo más cristiano de Raúl Castro es su prédica del Apocalipsis?

Raúl Castro es un gran desconocido. Toda la vida a la sombra de su hermano, puede que ni él mismo sepa quién es.

—Usted viajó bastante, antes de abandonar Cuba. ¿Eso le situó como ‘cosmopolita’, la peor acusación estalinista?

Empecé a viajar a inicios de los noventa. Para entonces la acusación de cosmopolitismo no circulaba ya. Pero existían otras, y padecí alguna.

—¿El repaso dialéctico de Carlos Alberto Montaner a Silvio Rodríguez le ha causado conmiseración o risa?

Bueno, no es que haya tenido esperanzas en la agudeza de Silvio Rodríguez. Ni siquiera me interesa su obra musical. Pero verlo tan pobre polemista… Dice estar en desacuerdo con la violencia de Estado, pero esos crímenes no le impiden apoyar al Gobierno, ratificarse como cómplice.

—¿Qué les diría a los admiradores del castrismo como los del Ayuntamiento de Sevilla?

Que viajen a Cuba tantas veces como puedan, porque el parque temático no durará siempre.