Jorge Bustos
A los chavales les han pedido en la selectividad que indiquen un sinónimo de “pandilla”. Lo que no sabemos es si los correctores aceptarán “Gobierno”, por más ajustado que resulte. A los chavales les han interrumpido la selectividad Yogui y Bubu, o sea, Méndez y Toxo, con su paroncillo o performance como de Noche en Blanco, que suscitó entre los españoles el mismo interés que un concierto de Rammstein entre los monjes de Silos.
De todos modos, a la selectividad hace tiempo que le sobran los epítetos tremebundos que se obstina en expender anualmente el periodismo sin imaginación. La selectividad no se palma ya ni queriendo, primero porque la desquiciada proliferación de universidades, centros docentes, institutos académicos y covachas por el estilo ha causado su propia desertización y hay que llenar las aulas como sea; y segundo, porque a esta España no le interesa seleccionar élites sino acumular zotes que puedan llenar los mítines y subir la audiencia de los programas de danza. De modo que hoy hasta la cúpula del PSOE superaría el otrora temido examen. Dentro de 10 años los alumnos aprobarán con un 2,5 sobre 14, podrán elegir el tema a desarrollar -“Almanzor y Azaña: vidas paralelas”, “Topografía clitoriana II” o “Prácticas de gargajo al rico” para los créditos no presenciales-, y los pocos e inexcusables cateados recibirán una subvención por volver a presentarse.
Uno, que aparca en esa Complu asolada por Berzotas para burlar las mordidas de Gallardón, contempla a los estudiantes como el veterano de Vietnam a los joviales voluntarios la víspera de su marcha al frente, en El cazador. En cuanto a Yogui Méndez y Bubu Toxo, de ellos podría decirse lo que escribió Marqueríe sobre el estreno de una obra de Alfonso Paso: “Ayer volvieron a comparecer los sindicatos. ¿Por qué?”
(Época)
A los chavales les han pedido en la selectividad que indiquen un sinónimo de “pandilla”. Lo que no sabemos es si los correctores aceptarán “Gobierno”, por más ajustado que resulte. A los chavales les han interrumpido la selectividad Yogui y Bubu, o sea, Méndez y Toxo, con su paroncillo o performance como de Noche en Blanco, que suscitó entre los españoles el mismo interés que un concierto de Rammstein entre los monjes de Silos.
De todos modos, a la selectividad hace tiempo que le sobran los epítetos tremebundos que se obstina en expender anualmente el periodismo sin imaginación. La selectividad no se palma ya ni queriendo, primero porque la desquiciada proliferación de universidades, centros docentes, institutos académicos y covachas por el estilo ha causado su propia desertización y hay que llenar las aulas como sea; y segundo, porque a esta España no le interesa seleccionar élites sino acumular zotes que puedan llenar los mítines y subir la audiencia de los programas de danza. De modo que hoy hasta la cúpula del PSOE superaría el otrora temido examen. Dentro de 10 años los alumnos aprobarán con un 2,5 sobre 14, podrán elegir el tema a desarrollar -“Almanzor y Azaña: vidas paralelas”, “Topografía clitoriana II” o “Prácticas de gargajo al rico” para los créditos no presenciales-, y los pocos e inexcusables cateados recibirán una subvención por volver a presentarse.
Uno, que aparca en esa Complu asolada por Berzotas para burlar las mordidas de Gallardón, contempla a los estudiantes como el veterano de Vietnam a los joviales voluntarios la víspera de su marcha al frente, en El cazador. En cuanto a Yogui Méndez y Bubu Toxo, de ellos podría decirse lo que escribió Marqueríe sobre el estreno de una obra de Alfonso Paso: “Ayer volvieron a comparecer los sindicatos. ¿Por qué?”
(Época)