Ignacio Ruiz Quintano
Sólo con la camisa de doble botijo (¡cómo olvidar aquellos sobacos!) de Camacho en Corea y el crudillo gris marengo de Maradona en África ya estaría motivada en la Onu una petición oficial de arrepentimiento al Gobierno del Reino Unido por haber inventado el fútbol.
Pero fútbol es fútbol.
Argentina tiene gracia, aunque el Robinson del Plus, que siempre será Doña Croqueta, le tenga gato a su defensa. "Un extremo es un niño perdido", se lee en la segunda olímpica de Montherlant, y eso, exactamente, me pareció contra los nigerianos Di María. Me gusta más que Navas. Los vicegoles de Messi -el Potele de las Ramblas- e Higuaín los empequeñecen a ellos en la misma proporción que engrandecen a Enyeama (¿algo que ver con Enya?), el portero que pronto aparecerá en el As o en el Marca como sueño de Florentino Pérez, que no acaba de ver a Casillas, cada vez más lejos de la portería y cada vez más cerca del altar. Yo, tampoco.