jueves, 3 de junio de 2010

Conveniencia i Unió


Jorge Bustos

Si Zapatero fue presidente por accidente, Josep Antoni Duran i Lleida –creo que se dice así, o al menos así es como vernáculamente lo presentaría Rojo, el chambelán del Senado– es ahora estadista por accidente. Duran ha prorrogado la gobernabilidad de Zapatero… como el guarda del zoo confía una ballesta a un babuino. Duran es un político posmoderno, y no únicamente por la montura cromada de sus choflas, sino porque no adopta las ideas en que cree sino las que cree que ganan. Que ganan en las catalanas del otoño, es decir. Verán ustedes cómo llega el invierno y se agota de golpe todo el sentido de Estado de Duran. Al final, esto del nacionalismo no tiene nada de ideología y todo de prosaica contabilidad. “¿Qué ha hecho España por nosotros?”, podría preguntarse un cabecilla nacionalista en una asamblea. Y, como en La vida de Brian, los congregados irían recordándole al Josep-Lluís de turno:

-Hombre, nos han hecho el AVE, que es la mar de cómodo.
-Y transfieren las partidas de sanidad, educación y seguridad.
-Subvencionan nuestro cine.
-Y pagan nuestras carreteras.
-Enseñan catalán por el mundo con su Instituto Cervantes.
-Y nos dejan jugar en su Selección.
-No olvidemos el comercio y la banca. La mayoría de sucursales de La Caixa está en España y los españoles consumen nuestros productos.
-Bien, pero aparte del la sanidad, la educación, la seguridad, las carreteras, el cine, el catalán, el Mundial, el comercio y la banca… ¿qué han hecho por nosotros los españoles? –replicaría, desafiante, el cabecilla del frente de liberación.

Con lo que al entretenimiento que procura sentirse partero de una nación se le une el confort de un riñón bien cubierto con cargo a las arcas de la metrópoli de la cual juega uno a emanciparse. Y encima, los españoles los llamamos estadistas. Lo siguiente, cuando veamos a CiU reeditando un Tinell, será clamar como ese prisionero aprensivo que ve a un centinela romano escupir a Brian, con quien comparte ergástula: “¡Un escupitajo! ¡Qué favoritismo!”

(La Gaceta)