Pepe Cerdá
Mientras desayunamos en el jardín de su casa me cuenta Walter que más de mil doscientas galerías de todo el mundo postulan para entrar en la feria de de arte contemporáneo de Basilea. Sólo trescientas lo consiguen. Cada una de las que postula debe de pagar setecientos euros por inscribirse que no son recuperables. Por lo que antes de comenzar la feria ya tienen un millón de euros para gastar. Se lo gastan en invitar a cuerpo de rey a coleccionistas, directores de museos y curadores de todo el mundo que hagan deseable para otras mil doscientas galerías de todo el mundo el ingresar en la feria y tirar otros setecientos euros a la basura. La idea no es mala. Me cuenta también que han tenido que ceder los hangares de los aeropuertos militares para que puedan guardarse los aviones privados de los coleccionistas y que no caben en el aeropuerto civil. Todos estos entresijos los sabe porque en Basilea se rigen por lo que él llama democracia directa y la transparencia de los asuntos públicos es total. El cantón se gobierna mediante casi constantes referendums en los que se decide todo, desde lo más nimio a lo más importante. Pienso que en España la casta que gana las elecciones se pega cuatro años haciendo lo que le da la gana. Pienso que estos últimos cuatro años les ha dado la gana llevarnos a la ruina. Pienso que votemos a quien votemos cuando nos toque seguirán haciendo lo mismo. En España los políticos deciden por nosotros lo que nos debe de convenir. Parece que esto va a seguir así.