El torero sigue ahí, siendo el mismo
de hace dos años y hace tres
MANUEL JESÚS EL CID A EMILIO TRIGO EN BURLADERO.COM
José Ramón Márquez
Estamos como en Fort Apache: rodeados.
Sin menospreciar a nadie, declaro que hoy por hoy la única esperanza que nos queda en la parte alta del escalafón taurómaco es Manuel Jesús El Cid. Este hombre es el único que hoy día puede presentar en la cabeza del pelotón de los toreros las credenciales de la pureza, el clasicismo, la autenticidad del toreo, frente a esa marea, que ya es un tsunami, de chabacanería y ventajismo en las corridas de toros.
También, y esto no es ni mucho menos accesorio, es el único torero de los de arriba que tiene el conocimiento y los redaños para ponerse frente a los toros que producen miedo, y además el único cuyo mérito es evidente en la absoluta puridad del toreo puro y no precisa de explicadores ni hagiógrafos para convencer a las gentes.
Son tantas cosas buenas las que atesora El Cid, que por eso se explica perfectamente la fuerza con la que se le odia, especialmente los que viven del toro sin arriesgar un alamar. Para todos esos que se pasan el día echando ruedas de molino a la opinión pública desde sus púlpitos electrónicos o de papel, con los que interesadamente tratan de tapar los grandes males del toreo contemporáneo, la domesticidad de los toros, la vulgaridad que nos abruma cada tarde, la ventaja como estética, la charlotada elevada a la categoría de arte, Manuel Jesús es muy incómodo, porque les desbarata el tingladillo.
Lo explico: es incómodo porque tú ves a El Cid arrastrar la muleta, rematando el pase ahí detrás con el victorino y luego te sale El Juli o el Cayetano toreando de esa manera y con el bicho derrengado y te despatarras de risa. Y luego ves lo que escribe por ahí la ‘crítica independiente’ en alabanza de lo segundo y ya no sabes si reír o llorar. Por eso están deseando que se largue. Lo mismo le pasó al Maestro Rincón.
En la temporada pasada, que no ha sido brillante ni mucho menos para El Cid, los que siempre andan disculpando todo, los de ‘el público no lo vio, pero el torero estuvo importante’, le han dado más palos que a una estera, a ver si lo hundían un poco más. Para que se dé cuenta de lo que estorba, que nada más que ha bajado un poco el tren, les ha faltado el tiempo a las hienas para echársele encima a devorarle en vida sin atisbo de compasión.
Quizás lo que le haría falta a Manuel Jesús es tener superpoderes. Me refiero a alguno de esos superpoderes que tienen los toreros contemporáneos, que parecen personajes de la Marvel como el que para el tiempo o el que se transforma en roca o el que lo que toca lo convierte en oro, porque si sólo tienes la emoción del cite, la pureza del natural o el clasicismo del remate, pues como que te falta algo. O quizás es algo más sencillo, como que todo se reduce a que hay quien piensa que hay que compartir y Manuel no comparte.