viernes, 8 de enero de 2010

MI GANADERÍA FAVORITA


José Ramón Márquez

Siempre hay una de cal y otra de arena. Por un lado tenemos la noticia de que este año vuelve a Madrid, en San Isidro, la divisa celeste y blanca de -resignémonos a llamarla así- Partido de Resina, que es mi ganadería favorita. A ver si se confirma la buena impresión de mejoría de esta elegante vacada que quedó tras la seria novillada del año pasado, guapísima e impecable de presentación, aunque aún un poco blanda. Estimo que si los escrupulosos ganaderos que actualmente llevan la histórica divisa consideran que tienen una corrida apropiada para Madrid, eso debe ser tomado como una garantía para los aficionados y se debe esperar esa corrida como uno de los momentos importantes de la próxima feria. Desde aquí hasta mayo tenemos tiempo de soñar.

Luego, un camión de arena con la noticia de que Escolar no se arregla con Madrid para traer una corrida también en San Isidro. Lo normal es que, después de la interesantísima corrida que echó el año pasado, hubiesen cerrado con un apretón de manos -como se hacen los tratos del ganado- la participación del hierro fuenlabreño en el San Isidro de 2010. Claro que, a lo mejor es que los Pichorronco están que no se fían de los apretones de mano de esta empresa, que ya han visto que el que les dieron en Zaragoza el año pasado valió lo mismo que los que van dando por ahí los políticos esos a las gentes que se ponen en las calles para verles pasar.
Lo que no sé es si en esta huída hay algo de ‘rile’ por parte de los de Fuenlabrada: sin el tratante de aviones, la defensa del ‘honor de la divisa’ de Albaserrada se quedaría ahora a medias entre Adolfo Martín -para quien ya ha acuñado algún plumífero el simpático término ‘adolfada’- y los Escolar, y a lo mejor a los Escolar les trae más cuenta pasar de puntillas, no tomar la responsabilidad que les corresponde y retornar cuando Victorino vuelva con sus aeroplanos y ellos puedan enfrentarles sus toros fieros, para que los aficionados digamos: “¡Eso sí!, ¡Eso no!”, que a lo peor también aquí está funcionando la mercadotecnia. Y, sinceramente, si Pichorronco ‘busca la verdad’ como anuncia en su página, él sabe bien que la auténtica verdad se llama Madrid y que ahí estamos unos cuantos dispuestos siempre a partirnos las manos en reverencia al toro bravo. Sería estupendo que no cerrase esa puerta, que a la empresa ya la conocemos todos, y además de en otras cosas pensasen también en estos pobres aficionados que nos vamos a la plaza tan contentos si vemos la ganadería de Escolar en los carteles.
Lo que está claro, y ojalá me equivoque, es que a Adolfo, gran aficionado y mejor persona, con certeza le tocará llevarse otro saco de palos.