F. J. Gómez Izquierdo
-Hablar de la miseria y la mortandad es una cosa. Verla es otra.
Así decía una monja española que vive en Cabo Haitiano, ayer, en la radio. Nunca he visto escrito nada bueno de Haití y todas las novelas que se han hecho sobre Trujillo nos hablan del desprecio dominicano hacia los negros del otro lado de la raya... En la plaza de Vega de Burgos, y dando de morros -no es exageración- con el puente de Santamaría, había un bar al que llamaban "las negritas", allá por mediados de los 70, regentado por un serrano que se había traído a la famila con la que emparentó en la Dominicana. (En la sierra de la Demanda decimos Dominicana por ser muchos los que se fueron a hacer fortuna a aquella república).
Hubo un crimen "muchismo grande" a la entrada de Palacios de la Sierra que contó con mucha profusión de detalles y páginas en El Caso Margarita Landi -aquella burgalesa que fumaba en pipa- y que resultó ser un ajuste de cuentas entre las familias dominicanas que trajeron la primera negritud a la comarca. Uno, que es serrano, intentaba hablar con aquellas muchachas (y muchachos) sobre los futbolistas de Haití, pues se iba a jugar el mundial de Alemania, y tanto por aquel tiempo como por éste, el fútbol me tenía pluriempleado... Sólo recibía desprecio en sus respuestas, y tal parecía que en aquel país viviera el diablo con su corte de demonios.
Hoy, que ya no cabe más horror en el procesador de datos de nuestro cerebro, he recordado mis recortes, que prometo ir sacándolos por aquí, y he descubiero que un año... Haití fue feliz. Fué el año 1974. Por primera y única vez su selección se clasificó para un Mundial, y en los apuntes que tengo pone que los cuatro millones de haitianos sólo concebían una derrota ante Brasil. Ante el resto, el poder de su magia los llevaría a la victoria... No se sabe la cantidad de rituales que se celebraron, ya que en Haití nunca ha habido estadísticas, y un periodista de radio se desgañitaba explicando lo imposible que era no ya una victoria, sino simplemente un empate. Al entrenador Antoine Tassy lo tenían catalogado como un Papa Ogou, "dios de la buena suerte", y los jugadores eran una especie de semidioses, parecidos a Hércules, Perseo y así... En ese país en el que reina la hambruna fue extraordianrio privilegio llevarse a Stuttgart el mejor cocinero de la isla, experto en preparar el suculento filete de cabra.
Los haitianos no hicieron mal papel... Su delantero centro Sanon (el negrazo de la foto) marcó dos goles. Uno a Argentina y otro a Italia. Lato y su Polonia les metieron 7, pero aquella Polonia era superior a Brasil, única selección con la que tenían permiso para perder. Fueron mejor que Zaire, también debutante, pero que no fue capaz de marcar un solo gol. Su mejor jugador era Philippe Vorbe, el único blanco, y el entreandor le dejaba jugar andando. El más fuerte, Jean-Joseph... y su portero, Francillon, del que aún me suena su nombre.
Dicen mis papeles del Ascolor y La Actualidad Española que Haití vivió días de mucha alegría y felicidad y que los meses anteriores a la cita en Alemania todo fue carnaval... Ya sé que nada hay más doloroso que acordarse de la prosperidad en la tribulación... pero ¿va a llegar algún día algo de prosperidad a Haití?
Así decía una monja española que vive en Cabo Haitiano, ayer, en la radio. Nunca he visto escrito nada bueno de Haití y todas las novelas que se han hecho sobre Trujillo nos hablan del desprecio dominicano hacia los negros del otro lado de la raya... En la plaza de Vega de Burgos, y dando de morros -no es exageración- con el puente de Santamaría, había un bar al que llamaban "las negritas", allá por mediados de los 70, regentado por un serrano que se había traído a la famila con la que emparentó en la Dominicana. (En la sierra de la Demanda decimos Dominicana por ser muchos los que se fueron a hacer fortuna a aquella república).
Hubo un crimen "muchismo grande" a la entrada de Palacios de la Sierra que contó con mucha profusión de detalles y páginas en El Caso Margarita Landi -aquella burgalesa que fumaba en pipa- y que resultó ser un ajuste de cuentas entre las familias dominicanas que trajeron la primera negritud a la comarca. Uno, que es serrano, intentaba hablar con aquellas muchachas (y muchachos) sobre los futbolistas de Haití, pues se iba a jugar el mundial de Alemania, y tanto por aquel tiempo como por éste, el fútbol me tenía pluriempleado... Sólo recibía desprecio en sus respuestas, y tal parecía que en aquel país viviera el diablo con su corte de demonios.
Hoy, que ya no cabe más horror en el procesador de datos de nuestro cerebro, he recordado mis recortes, que prometo ir sacándolos por aquí, y he descubiero que un año... Haití fue feliz. Fué el año 1974. Por primera y única vez su selección se clasificó para un Mundial, y en los apuntes que tengo pone que los cuatro millones de haitianos sólo concebían una derrota ante Brasil. Ante el resto, el poder de su magia los llevaría a la victoria... No se sabe la cantidad de rituales que se celebraron, ya que en Haití nunca ha habido estadísticas, y un periodista de radio se desgañitaba explicando lo imposible que era no ya una victoria, sino simplemente un empate. Al entrenador Antoine Tassy lo tenían catalogado como un Papa Ogou, "dios de la buena suerte", y los jugadores eran una especie de semidioses, parecidos a Hércules, Perseo y así... En ese país en el que reina la hambruna fue extraordianrio privilegio llevarse a Stuttgart el mejor cocinero de la isla, experto en preparar el suculento filete de cabra.
Los haitianos no hicieron mal papel... Su delantero centro Sanon (el negrazo de la foto) marcó dos goles. Uno a Argentina y otro a Italia. Lato y su Polonia les metieron 7, pero aquella Polonia era superior a Brasil, única selección con la que tenían permiso para perder. Fueron mejor que Zaire, también debutante, pero que no fue capaz de marcar un solo gol. Su mejor jugador era Philippe Vorbe, el único blanco, y el entreandor le dejaba jugar andando. El más fuerte, Jean-Joseph... y su portero, Francillon, del que aún me suena su nombre.
Dicen mis papeles del Ascolor y La Actualidad Española que Haití vivió días de mucha alegría y felicidad y que los meses anteriores a la cita en Alemania todo fue carnaval... Ya sé que nada hay más doloroso que acordarse de la prosperidad en la tribulación... pero ¿va a llegar algún día algo de prosperidad a Haití?