LA RESURRECCIÓN DE PERERA
Después de la tomadura de pelo del flautista con el cartel de Resurrección en Sevilla, Canorea, que es hombre leído, sólo podía decir:
-Imposible la hebéis dejado / para vos y para mí.
Pero, hombre de recursos, al fin y al cabo, Canorea ha apañado un menú de Resurrección con tres platos que, gracias al tomateo de este invierno, siempre serán de segunda mano: Morante, el que quería ser Dalí -Gala, desde luego, no le falta, que va a verlo a todas las plazas-, pone el jamón; Manzanares, que es el torero predilecto de la hermana del empresario, pone el arroz. Y Perera... ¿Qué pone Perera? ¿La torta del Casar?
Morante y Manzanares son de la cofradía del barbillazo: ponen el mentón en conversación con el esternón, y el público de bata de cola se lía a pegar aletazos, que es lo menos que, después de resucitar, se puede hacer. Pero... ¿qué hacemos con Perera y su acreditado encimismo? Su apoderado, Cepeda, renunció a Sevilla el año pasado porque se creía con derecho a estar en Resurrección como "triunfador de la temporada". ¿Y dónde hemos triunfado este año? En Sevilla no estuvimos. ¿Y en Madrid? ¿Bilbao? ¿Pamplona?
-Alegría, alegría, hermanos / que, si hoy nos queremos, / es que resucitó.
Ignacio Ruiz Quintano