Voltaire
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La España pipera está apunto de descubrir el gobierno sin oposición. El franquismo, a eso, lo llamaba “no se meta usted en política”, pero los piperos prefieren llamarlo “consenso”.
–No hay que vivir en un país totalitario para dejarse corromper por el totalitarismo –nos dejó dicho Orwell, que volvía de España.
El ideal español es volteriano. Para Voltaire, que era otro Savater, pero más veleta, el arte de gobernar consistía en hacer pagar a los dos tercios de una nación todo cuanto de provecho es posible obtener del otro tercio. Alemania lo logró por medio del funcionarismo.
–Los funcionarios alemanes no están hechos para el pueblo, el pueblo está hecho para los funcionarios.
La clase de los funcionarios, o “Beamptenstand”, reemplazó a la antigua nobleza, a la burguesía, a los capitalistas. Como en España.
La izquierda española (que incluye a las lechuzas, que tanto se fijan, de Ciudadanos) quiere gobernar sin oposición, y en un país donde nadie ha leído a Hegel lo justifica con un jerebeque hegeliano: a) acabemos con la corrupción b) la corrupción es de derechas c) acabemos con las derechas, y habremos acabado con la corrupción.
La derecha, para gobernar en España, debe renunciar primero al derecho de resistencia, cosa que han hecho todos sus líderes desde 1931. Ahora a Rajoy se le afea la mejor jugada política de su carrera, la “cobra” a la Investidura (quizás porque le venía como un guante a su carácter gracianesco de dejar ir las cosas como ellas quieran), y se le pide explícitamente (¡por “patriotismo democrático”!) la abstención que permita gobernar a Snchz, un jefe elegido en las calles de Madrid.
El gobierno sin oposición es una conquista de la Revolución Francesa (la democracia, y esto no lo enseñan en la Complu, lo fue de la Revolución Americana). ¡El absoluto Luis XVI tenía que reunir a los estados para sacarles los cuartos! Frau Merkel lo ha ejercido en Alemania y su corolario ha sido la infamia de Colonia.