Me he pasado un buen rato repasando la publicidad de las escuelas que se anuncian en la prensa. Es muy instructiva. Promete cosas magníficas: espacios lúdicos, atención a la diversidad, felicidad ("a la escuela soy feliz", "la felicidad es una manera de vivir"), implicación, estimulación, integración de las diferentes competencias, respeto de la libertad individual, proyecto sólido en valores, respeto y compromiso, competencias relacionadas con la dimensión humana, estar "como en casa", el fomento de la autoconfianza... La competencia por lucir las mejores intenciones es obvia y confirma mi tesis de que los centros de enseñanza se evalúan a sí mismos más por la altura de sus buenos propósitos, que por la evidencia de sus resultados.
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