martes, 2 de febrero de 2016

La Candelaria

Roscas ofrecidas a la Candelaria

  
Francisco Javier Gómez Izquierdo

     Llega la Candelaria y es como si simplemente fuera martes. A fuerza de hacer insignificantes las fiestas ya no se sabe que hay tres jueves en el año que brillan más que el sol. Si  no se es de Madrid o de pueblo se ignora todo sobre San Isidro y sólo los gallegos parecen conocer a Santiago el Apóstol. ¡Ahora, eso sí, conforme al saber psicológico que nos domina, el Camino no es peregrinación, sino encuentro con uno mismo!

       La Candelaria. La presentación de Jesús. El final de la Cuarentena de la Virgen. Un día grande en mi pueblo de la Demanda y en mi barrio de Gamonal, que aún era pueblo cuando llegué a vivir a él. El particular día de la marmota hispano con el velón que precede a “la Emperadora” y que despide o continúa con el invierno, según se apague o siga encendido al salir de procesión: -“Si la candelaria implora, el invierno fora”. El refranero deja la fiesta del día 2 de febrero en paz y espera al 3, San Blas, para buscar a la emigrante cigüeña que vuelve con  año de bienes.

      Es patrona de Canarias y Virgen a la que han hecho  canciones en todos los rincones de España. En los pueblos cordobeses que miran para Granada, como Priego y Rute, encienden hogueras purificadoras en su honor. También en Fuente Ovejuna, que es camino a Badajoz, o en Puertollano, que ya pertenece a Ciudad Real, se quema romero en honor a la Virgen en la noche de su fiesta. En los Montes de Toledo he comprobado la devoción de madres que pidieron amparo al quedar embarazadas y salud para sus hijos y cómo ofrecían un dulce de miel en forma de rosca al que llaman candelilla. Mi doña, sin ir mas lejos, junto a una prima suya, organizó hace tres años una fiesta  de padre y muy señor mío con candelilla para todo el pueblo, cumpliendo promesa a la Candelaria en la que hasta llevé las andas de la Virgen. 
      
       En Gamonal festejábamos como si estuviéramos en el pueblo. Cohetes, jotas, dulzainas y grandes bailes con verbenas. Conmigo bailaban mucho las chicas porque era un consumado pasodoblero, y como eran tiempos en los que intentábamos convencer al género femenino de las bondades de la libertad y lo pernicioso de las represiones reconozco que no he vuelto a disfrutar como en aquellos finales de los 70. Cuarenta años después, el barrio distingue al Gaitu, el amigo, en el día de las Candelas para demostrarnos que aquellas primeras familias que fuimos llegando a Gamonal no cambiamos nuestras costumbres y respetamos una manera de ser castellana, burgalesa y gamonalina ,porque San Pedro, el Corpus o la Candelaria no eran rarezas particulares de  una nueva patria. Encontramos lo que teníamos donde nacimos y creo que por eso los de Gamonal decíamos “bajar a Burgos”. Porque en el fondo no queríamos dejar de ser de pueblo.
   
    Mi madre, con 86 años y después de padecer la muerte de las dos hermanas menores, la de un hijo que vivió siempre en casa hace dos años y al marido hace quince días, me despidió  con una envidiable fortaleza de espíritu diciéndome que me cuidara y no me preocupara de ella. “A mí me cuida la Virgen”. La dejé con una serenidad a la que sé ha contribuido su fe en la Madre que se venera el 2 de febrero.

      Me dice que procurará estar en la Antigua para ver al Gaitu, aunque me consta que a ella no le gustan demasiado las misas mayores. A mi madre le gusta estar a solas con su Virgen.

 Los canutos

 El punto de la miel batida

 La candelilla en roscas y en brazos

Salida de la Virgen