Baden-Baden
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Vamos a hacer dos meses de Rodríguez, es decir, sin gobierno, y, si no pones la radio ni la TV, se está divinamente.
En este Baden-Baden constitucional el único político que trabaja es el que tiene fama de no hacerlo, Rajoy, que con Aguirre, la cólera de Dios, se ha quitado de encima al último negrito, mirando a la calle desde su visillo de La Moncloa como Felipe II (“Yo, la Muerte”) desde su cortinilla de El Escorial.
Por la calle va Snchz con una corona del Burger diciendo, a lo Antonio Ozores, que es el “mandatado”.
–Hola, me llamo Snchz y soy el “mandatado”.
Y la gente aprieta el paso.
Tiene por troncos a Rivera y a Pablemos.
En una esquina, Rivera, que confiesa no haber leído a Kant, vende ética en imperativos categóricos como quien vende bacalao en pavías. La impresión es que en la habitación del Palace nos han cambiado a Durán y Lérida por Rivera y Girauta, aunque a ver cuánto nos sube la cuenta.
En la otra esquina, Pablemos, que confiesa que lo suyo es la dictadura del proletariado, pero que dice democracia porque dictadura no hay quien lo venda, vende ministros para Snchz y una dirección del Boe, que sería para él, con Errejón de redactor, para ir puliendo la ortografía. Pero está escrito que un gobierno de sectas sólo es posible cuando las sectas tienen cohesión. A Snchz y a Pablemos únicamente los cohesiona el odio (ese intercambio de humillaciones que es la vida según Panero), manifiesto en esa “castroentiritis” callejera de la hermanastra de Fidelito Castro en Madrid. Sería suficiente, si no fuera porque la parte andaluza del “sociolismo” es supersticiosa y sospecha que en Pablemos hay algo de eso que “en Cuba se llama ñeque, en Venezuela pava y en España gafe”.
Entretanto, igual que Obama dice que (hasta noviembre) Trump no será presidente porque confía en los americanos que le votaron a él, Rajoy, precisamente porque desconfía de los españoles que le votaron a él, cree que (hasta marzo) Snchz no será presidente.