jueves, 8 de enero de 2015

En el día de lo de París, la portada de El País

   





Francisco Javier Gómez Izquierdo

En Europa en general, en España en particular y concretamente en Córdoba abunda una especie muy abundante de gentes que se dice atea, pero muy tolerante con todas las religiones. Como sus miembros acostumbran hablar -incapaces de decir- como loritos, sus memeces hacen gracia entre el ignorante vulgo hasta alcanzar la consideración de manual de los hombres buenos.
       
Son almas de cántaro que predicando su bondad disparatan contra el Papa de Roma, criminalizan los ritos de la raza judaica y se abrazan con el hermano musulmán al que regalan con mucho amor una alfombra de rezos para que la extienda sobre el Patio de los Naranjos. Tontean sin descanso, como es preceptivo entre los de su condición, y cuando les da por pensar alumbran majaderías estultas que los Gobiernos escuchan con mucha prosopopeya y arrobamiento. En el virreinato de las Andalucías, a estos insensatos se les ha dado categoría de consejeros pepitogrillescos y no hay día que dejen de convertir  un consejero, subsecretario ó bedel  ¡¡no mandan nada los bedeles en Andalucía!! a su causa, de la que el mejor ejemplo lo tenemos en la Mezquita de Córdoba.

     Rafael Rodríguez, un señor al que han hecho consejero de Turismo por ser comunista, empujado por su colega Elena Cortés, también consejera y también comunista responsable de las casas del virreinato, ya dimos cuenta que se ha puesto valentón ante el Obispo de Córdoba y le ha pedido la Mezquita, porque según la facción comunista andaluza, la Mezquita es musulmana y a los musulmanes ha de volver. Él no lo dice con palabras tan claras, porque gasta parla para tontos, pero eso de que en la mezquita pueden convivir dos cultos, el católico y el musulmán, no tiene más que una traducción.

     Al Mansur Escudero ó Escobedo, que no me acuerdo ahora del apellido del fiel que reza de vez en cuando en el patio de los Naranjos para que le vea el personal, hace lo mismo que el comunista Pedro Rodríguez, al que ya no quieren ni los suyos, y ayer mismo lo abandonaron, o el patibulario Mariscal y el extraño secretario general Maíllo, que enseñan un Plan General Urbano en el que el Patio de la Mezquita es un jardín público. Al Mansur quiere quitar la Mezquita a los católicos porque un rey -de que se llamaba Fernando y era de Burgos y Santo no tiene conocimiento- no es nadie para conquistar nada a los musulmanes de Al Andalus, esa ensoñación paradisíaca que tiene emborrachada a los hijos de la Logse. Al Mansur se hace escuchar mucho ante doña Susana Díaz y sus ministros hasta tal punto que un día de estos va a entrar a rezar sin problemas en “su” Mezquita.... y como el Obispo se ponga tiquismiquis, hasta escoltado por la Policía Autonómica.
     
¿Qué por qué pongo hoy esto? Pues porque es evidente de lo que son capaces los que manejan los hilos del islam, porque los asesinatos de Francia no van a ser los últimos en Europa y porque me subleva la cantidad de petimetres que colecciona el pensamiento único.
     
Nota: La portada de ayer en El País de Andalucía, en la jornada asesina de París, no puede ser más descriptiva. “Católica conquista de la Mezquita”, y los santos y vírgenes aterrorizando Córdoba, ¿no?