martes, 27 de enero de 2015

Pecho palomo


Hughes
Abc

El sábado regresó el personaje televisivo Pablo Iglesias. A La Sexta, claro, y con buena audiencia. Exhibió un tono desafiante y unas formas quizás excesivamente relajadas. Se sentó como un concursante del «Gran Hermano», con los dos brazos extendidos por detrás del respaldo. Snoop Doggy Dogg rodeado de pilinguis en los vídeos de la MTV tenía más compostura. «Echarse aquí», decía un gaditano. Se sentaba como si le fueran a hacer un «lap dance», o incluso algo peor. ¿O es que estiraba el plexo solar por prescripción facultativa?

Isidro de las Pedrochas, uno de los eruditos de Joan Perucho, tiene un diálogo en el que explica la voz humana. «¿Por qué los hombres tienen gruesa la voz? Porque tienen ancha la caña del pulmón y abiertas las vías de donde se fragua».

Quizás Iglesias ensaya el pecho palomo para ensanchar la caña del pulmón y que le suene creíble su nuevo tono altisonante de «Señora Merkel, se va a enterar cuando le mandemos al de los informes».

Con los brazos así parecía también un galileo crucificado al que sólo se le veían las manos.

Un colega sorprendido le preguntó a Heidegger: «¿Cómo un hombre tan tosco como Hitler puede gobernar Alemania?». «La cultura no tiene importancia. ¡Fíjese en sus maravillosas manos!». (No estoy comparando, ¿eh?).

Iglesias intervino sábado y domingo y además se le pudo ver junto a Errejón protagonizando el avance publicitario del programa de Évole. Se hace raro ver a un político grabando anuncios para una televisión privada, pero quizás nos tengamos que acostumbrar. Hasta ahora, las televisiones llegaban después del político; aquí sucede lo contrario. La Sexta es una cadena que ha ganado la iniciativa de la actualidad (hasta que lo remedie, claro, la tertulia naciente de Ernesto «Ron Burgundy» Buruaga), pero también es, para el espectador, la cadena de la crisis. Su comienzo en 2005 está vinculado a Zapatero, su estrategia de avestruz y el inicial «No a la austeridad». Su esplendor es Podemos. Esta coincidencia parece consecuencia. Uno y otro forman ya una historia heterodoxa de la izquierda española libre de Prisa, de tradicionales baronías y de viejas convenciones socialdemócratas.