Los nuevos fieles de la Mezquita
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Cuando doña Susana matrimonió con las gentes de Izquierda Unida para poder mandar, ó gobernar, que uno ya no sabe bien cómo se dice, señalamos aquí las intenciones de los comunistas alojados en el palacio de San Telmo, y que tantas ocupaciones inventaron en las que entretener sus extravagancias. Los consejeros de la Junta eran más de don Julio Anguita, gurú de una revolución pendiente, que de don Cayo Lara y ahí estaba la joven Elena facilitando casas a conocidos y amigos y pariendo kilómetros para bicicletas (en Córdoba más de 80), como ensayo para un porvenir sin millonarios en el que la felicidad viajará a pedales.
Antes de las acampadas de Sol, en la plaza de las Tendillas se jugaba a las asambleas firmando papeles blancos bajo la vigilancia de carteles que anunciaban la nueva democracia. Doña Elena Cortés, José Manuel Mariscal, Ana Doblas, Marisantos Córdoba, Pedro García..., bendecidos por el camarada Julio, andaban por allí como sin querer y sonriendo y luego pasó lo que pasó. Que se hicieron necesarios en el negocio de gobernar.
Doña Susana ha visto que sus consejeros se juntan mucho con los de Ganemos, una cosa cordobesa como Podemos, pero con el padrinazgo de un Don Julio que en su vejez tuerce entusiasmado por el profe encoletado, y ha firmado la “desapartación”, que es como llama el andaluz al divorcio.
Uno creía que el divorcio era institución muy respetada por el personal progresista, pero al escuchar las resentidas palabras de doña Elena, de doña Ana y sobre todo de ese Pedro García aspirante a alcalde, uno advierte el chollo económico del que disfrutan incluso los menos competentes de nuestros políticos.
De Pedro García no se esperan más que sandeces cuando se atreve a hablar, pero lo que no sospechábamos era ese ramalazo brujeril que gasta repartiendo maldiciones. “..ojalá el PSOE acabe como el PASOK”, ha dicho nuestro Pedro empeñado en que el matrimonio no iba tan mal, aunque sospecha que la presidenta se enfadó ante la pretensión de los suyos de repartir tierras como muy bien dice el himno de nuestra Andalucía. El pobre Pedro lleva años buscando puesto fijo a base de fotos ,pero ha cometido la torpeza de empujar un poquito al de Ganemos, que en todo este barullo también ha dimitido de no se qué cargo, y está empezando a ser sujeto de no fíar. A Pedro García no le importaría meter baza en uno de esos Institutos de Memoria Histórica en los que se colocó un racimo de los suyos, pero le han dicho que también van a dar de baja la industria en la Junta. El hombre anda estos días resentido y maldecidor y un tanto inquieto por no saber dónde tendrá que poner el nido.