jueves, 29 de enero de 2015

El contrataque

Burgos CF :
 Romero, Kresic, Gª Navajas, Ruiz Igartúa, Palmer, Manzanedo. 
Agachados: Juanito, GARRIDO, Valdés, Viteri y Quini.

Francisco Javier Gómez Izquierdo

Son infinitas las derrotas que se han justificado en el fútbol culpando al rival de ampararse en el contraataque, como si el contraataque fuera un arte menor y recurso de indigentes. Esta falsa creencia viene de las eruditas conferencias que ciertos técnicos, por lo general argentinos, solían derrochar ya va para cuarenta años, ante periodistas amigos entre güisquis y malboros, hasta convencerlos de que la filosofía pura del fútbol les pertenecía sin discusión. Los equipos de aquellos entrenadores perdían los partidos porque los contrarios se valían de la trampa del contraataque destrozando la “hermosa” puesta en escena que ellos proponían “en el pasto”: tocar, magrear, sobar, poseer “el esférico” y adueñarse  del juego. Era un planteamiento erótico que encendía el ánimo  a tribuletes y aficionados hasta alcanzar un insólito entusiasmo que bien mirado carecía de argumentos cuando comprobaban cómo el gran Luis Aragonés se sacaba de la manga a Eugenio Leal y lo bautizaba como el mejor intérprete del contraataque.

   El periodismo español arrastra la incomprensible tara del desprecio por el contraataque y aunque califiquemos como excelente el fútbol dominador desplegado por el Barça de Cruyff ó de Guardiola hubo quien creció viendo correr a Juanito, Blokhin, Rep, Six, Overmars, Ronaldo el gordo, hasta el Gareth Bale de hoy mismo y lo intensos que pueden llegar a ser unos pocos segundos en  carreras que lo mismo anuncian muerte que resurrección. Al difunto Floro Garrido (creo que murió sin llegar a los 60), y con el que tuve el gusto de charlar un año que jugó el Córdoba con el Mármol Macael que entrenaba (Juanito el 7, Garrido el 8) no había quien lo cogiera en sprints de menos de 50 metros, y el murmullo de El Plantío se aceleraba a cada metro del bueno de Floro, hasta un jubiloso estallido cuando mandaba desde la línea de fondo el balón hacia atrás para que remataran Juanito, Viteri ó Juanjo. Se ve que como éramos pequeños nos convenía el contraataque, pero reconozco sin vergüenza que  a mí me gustaba... y que cuando Laudrup y el mismo Guardiola afirmaban prácticamente antier que el Madrid de Mourinho era el mejor contraataque del mundo no creo que lo dijeran con ánimo de injuriar.

     Luis Enrique tiene la mosca tras la oreja y como sabe que de nada vale el jogo bonito si no se gana, empieza a ser práctico y parece que no le van a acusar de mancillar “el sistema  Barça”... mientras se sucedan los triunfos. En el Calderón, donde Luis Aragonés doctoró a Leal, el entrenador de un Barça desconocido intentó convencer al periodista local y nacional que en el fútbol no todo es posesión.