martes, 20 de enero de 2015

Los muertos y las muertas. Claudio Rodríguez


CLAUDIO RODRÍGUEZ
1934-1999

A Claudio Rodríguez, el poeta más puro del 50, le dedicó Ricardo Bada uno de sus mejores fandangos, palo del flamenco que sale de Huelva. A Claudio Rodríguez: “Hipocampos, hipocampos, / corriente abajo del Duero, / entre hipogeos plateados / e hipotéticos robledos..., / hipocampos, hipocampos...” (Fandango onomatopéyico no recogido por su autor en la edición definitiva de su obra maestra: Don de la ebriedad.) Claudio Rodríguez, hijo de abogado y de rica heredera provinciana, escribió el Don de la ebriedad en los primeros meses del 50, cuando apenas tenía diecisiete años. Deslumbrado por sus versos, Aleixandre le vaticinó, sin acierto, que sería como Rimbaud, de obra breve, pero intensa. “Y, sin embargo –esto es un don–, mi boca / espera, y mi alma espera, y tú me esperas, / ebria persecución, claridad sola, / mortal como el abrazo de las hoces, / pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.”

IGNACIO RUIZ QUINTANO
(Del libro Serán ceniza, mas tendrá sentido / Ediciones Luca de Tena, 2006)