sábado, 10 de enero de 2015

Cierto y verdad

Hughes
Abc

El jueves volvió «Cuéntame». Ya es como nuestra «Recherche», aunque lo mejor sean Imanol Arias y los bares con visillos. En uno escuché hace poco: «Te falta el Naranjito, parece esto el Cuéntame». Ahora están con la Movida y los Alcántara pelando la pava. Creo que es un matrimonio roto, pero España sabrá. En el portal, Imanol le dijo a Ana Duato: «Dónde vas, garza». No sé qué habría pensado Ángeles Carmona, del CGPJ, que en RNE alumbró: «Lo cierto y verdad es que el piropo supone una invasión a la intimidad de la mujer. Nadie tiene derecho a hacer un comentario sobre su aspecto físico». Lo de «cierto y verdad» es como mentira y gorda, pero en leguleyo. Una periodista neoyorquina se puso una cámara en el culo para grabar las miradas masculinas. Desde entonces, cada vez que se me van los ojos me siento observado. La del piropo no fue la única frase-perla. Una tertuliana había soltado otra: «Hay que bombardear el ISIS con libros». Las tertulias ya estaban arreglando el Islam. Celoso, Pablo Iglesias tuiteó a Le Pen para salir en Los Inrockuptibles. Con lo de Hebdo se está viendo la utilidad de las tertulias: la formación, frase a frase, de un espacio de corrección política. O un no-espacio. Pero para informarse, mejor lo digital. Sólo Espejo Público fue exhaustivo con el cerco en directo. En TVE estaban con Carcaño y Nicolás. Los ayudantes de sucesos de la Griso (Abad, Egea y Castillón; parecen autores de zarzuela) saben de todo, de parricidas y de yihadismo. Desde sucesos está surgiendo, vía información judicial, un neotertuliano (pero de pie, no tienen aún pleno derecho a sentarse). Por la tarde, la operación de rescate sólo la dio La Sexta; en Sálvame estaban con Techi, lo que no sé si ofenderá al menor, que parece la única sensibilidad a amparar. Así que las crisis ya no se dan por la tele y un golpe de Estado no tomaría el Pirulí. Tras la matanza, Felipe Alcaraz tuiteó: «Terrible atentado al humor». El debate viraría hacia la libertad de expresión y la blasfemia. Atentan los islamistas, ¡despenalicemos la blasfemia! Ole tu pelo. Blasfemar aquí sería reírse de la «democracia de calidad», las buenas intenciones y el postureo del «Je suis». Se va uno a poder c.... en Dios, pero no piropear como Tony Leblanc. Y los del ISIS, tan pichis.