José Ramón Márquez
Más de lo mismo. Ayer en Castellón se volvió a perpetrar, con arreglo a lo establecido, otra nueva burla a la fiesta de los toros. Las excrecencias de Lagunajanda vinieron de Vejer (decimos de Vejer, donde Eduardo Schelly tuvo sus toros vazqueños y cabreras de Casa Ulloa) a hacer el ridículo, a dar otro paso adelante en favor de los antitaurinos, de los abolicionistas. Seis animalejos impresentables, impropios de sacar a la calle. Alguien, con un mínimo de vergüenza o de educación, lo que haría es mantener esa porquería en casa, tapadita, para una noche sin luna meter todo eso en un camión con sus madres y con sus padres y enviarlo todo al matadero y librar al orbe de tener que soportar la visión de esos despojos, que es lo que un ganadero con redaños debe hacer.
Tres más del Trust, del ‘putsch’ del Wellington, se avinieron ayer a hacer de comparsas a este engaño etiquetado innoblemente como ‘corrida de toros’. Clasicismos, S.A.; Allonsanfants, S.A. y Oro Graso, S.A., fueron los encargados de echar la tarde frente a una inmundicia que vino de Cádiz y que alguien pagaría como si fuese corrida de toros. Nada de nada, cero grados kelvin, cero absoluto para el ganadero (?), para los apoderados, para los matadores, para los veterinarios, para el presidente. Cero patatero para la fiesta de toros, para las ilusiones de los que se dejaron los cuartos en la taquilla, para los que se creyeron que iban a ver a tres tíos con seis toros y se encontraron con tres monigotes haciendo posturas ante una escalera al infierno.
Más de lo mismo. Ayer en Castellón se volvió a perpetrar, con arreglo a lo establecido, otra nueva burla a la fiesta de los toros. Las excrecencias de Lagunajanda vinieron de Vejer (decimos de Vejer, donde Eduardo Schelly tuvo sus toros vazqueños y cabreras de Casa Ulloa) a hacer el ridículo, a dar otro paso adelante en favor de los antitaurinos, de los abolicionistas. Seis animalejos impresentables, impropios de sacar a la calle. Alguien, con un mínimo de vergüenza o de educación, lo que haría es mantener esa porquería en casa, tapadita, para una noche sin luna meter todo eso en un camión con sus madres y con sus padres y enviarlo todo al matadero y librar al orbe de tener que soportar la visión de esos despojos, que es lo que un ganadero con redaños debe hacer.
Tres más del Trust, del ‘putsch’ del Wellington, se avinieron ayer a hacer de comparsas a este engaño etiquetado innoblemente como ‘corrida de toros’. Clasicismos, S.A.; Allonsanfants, S.A. y Oro Graso, S.A., fueron los encargados de echar la tarde frente a una inmundicia que vino de Cádiz y que alguien pagaría como si fuese corrida de toros. Nada de nada, cero grados kelvin, cero absoluto para el ganadero (?), para los apoderados, para los matadores, para los veterinarios, para el presidente. Cero patatero para la fiesta de toros, para las ilusiones de los que se dejaron los cuartos en la taquilla, para los que se creyeron que iban a ver a tres tíos con seis toros y se encontraron con tres monigotes haciendo posturas ante una escalera al infierno.