José Ramón Márquez
Gran velada en Leganés con títulos en juego y con el esperado reencuentro con Campillo. Mucho público en las entradas caras y menos en las baratas, para que se vea el rumbo de los aficionados. Muy buen ambiente. Por poner lo primero lo que menos gustó, diremos que al speaker no se le entendía y que más bien parecía una caricatura de aquellas que hacía Antonio Ozores cuando imitaba a alguien hablando sin decir nada; al final incluso eso tenía su gracia.
Campillo se enfrentó, es un decir, a Sergei Beoshapkin, natural de San Petersburgo. Ver la suficiencia, la clase, la musculación, la elegancia del estilo del campeón frente al ruso con barriguita no es precisamente lo que más apetecía, porque lo que estamos esperando es que de una vez se organice un combate en el que Gabriel Campillo se mida con alguien de su clase y nos haga vibrar. Jugó Campillo con Beoshapkin y ante la superioridad del campeón el árbitro paró la pelea en el quinto. Miel en los labios nos quedó de ver la formidable clase de Gabriel Campillo.
Dani Pérez y Rubén Varón trajeron la verdad del boxeo en una emocionantísima pelea, vibrante combate de pesos medios en el que el corazón de Dani jamás se entregó a la superioridad de Varón y siempre trató de equilibrar las puntuaciones a base de ir hacia adelante en la confianza, acaso, de una mano salvadora. Magnífico combate en el que era difícil tomar partido entre la elegancia de Varón y el corazón de Dani Pérez. La contundencia de la derecha de Varón no hizo mella en el coraje de Pérez, que peleó cada asalto con desgarro y consiguió llegar en pie al final de los ocho asaltos. Combate para crear afición.
El polaco Grzegorz Proksa, Super G derrotó por KO a Pablo Huracán Navascués en combate pactado a 12, con el título de los pesos medios de la Unión Europea en juego. El Huracán, con toda la plaza de toros apoyándole, no fue capaz de imponer sus ideas al cartesianismo del campeón, boxeador muy sobrio y fibroso que planteó el combate sin prisas para ir haciéndose poco a poco con él. A medida que avanzaba la pelea se notaba la prevención que tenía Huracán y, finalmente, en el noveno, una mano de Super G puso en la lona las aspiraciones del español y sembró la decepción en el graderío.
Kiko Martínez se alzó con la corona del super gallo al derrotar por KO al inglés Jason Booth. Ante la intensidad del boxeo que habíamos vivido con Varón y Dani y con Proksa y Huracán, la pelea estelar fue desarrollándose sin pena ni gloria y con bastante público abandonando la Cubierta y otros desentendidos del combate. En el décimo asalto, un zurdazo de Kiko La Sensación Martínez echó a la lona a Booth. Acaso se impuso el ansia de los veintitrés años del alicantino contra las mañas de los treinta y dos del británico, que mostró algunas marrullerías que empañaban una noche en la que brilló el juego limpio y la deportividad.
Cuando, en un momento dado, el público se dio cuenta de que Poli Díaz estaba entrando hacia las sillas de ring, comenzaron a vitorear al Potro “¡Dale, Poli, dale...!” como en los tiempos en los que el vallecano hizo soñar a tanta gente y ayudó a la popularidad del noble arte en los años ochenta. Esa súbita demostración de cariño y de reconocimiento fue el gran regalo que Poli, campeón, se llevó ayer de Leganés.
Gran velada en Leganés con títulos en juego y con el esperado reencuentro con Campillo. Mucho público en las entradas caras y menos en las baratas, para que se vea el rumbo de los aficionados. Muy buen ambiente. Por poner lo primero lo que menos gustó, diremos que al speaker no se le entendía y que más bien parecía una caricatura de aquellas que hacía Antonio Ozores cuando imitaba a alguien hablando sin decir nada; al final incluso eso tenía su gracia.
Campillo se enfrentó, es un decir, a Sergei Beoshapkin, natural de San Petersburgo. Ver la suficiencia, la clase, la musculación, la elegancia del estilo del campeón frente al ruso con barriguita no es precisamente lo que más apetecía, porque lo que estamos esperando es que de una vez se organice un combate en el que Gabriel Campillo se mida con alguien de su clase y nos haga vibrar. Jugó Campillo con Beoshapkin y ante la superioridad del campeón el árbitro paró la pelea en el quinto. Miel en los labios nos quedó de ver la formidable clase de Gabriel Campillo.
Dani Pérez y Rubén Varón trajeron la verdad del boxeo en una emocionantísima pelea, vibrante combate de pesos medios en el que el corazón de Dani jamás se entregó a la superioridad de Varón y siempre trató de equilibrar las puntuaciones a base de ir hacia adelante en la confianza, acaso, de una mano salvadora. Magnífico combate en el que era difícil tomar partido entre la elegancia de Varón y el corazón de Dani Pérez. La contundencia de la derecha de Varón no hizo mella en el coraje de Pérez, que peleó cada asalto con desgarro y consiguió llegar en pie al final de los ocho asaltos. Combate para crear afición.
El polaco Grzegorz Proksa, Super G derrotó por KO a Pablo Huracán Navascués en combate pactado a 12, con el título de los pesos medios de la Unión Europea en juego. El Huracán, con toda la plaza de toros apoyándole, no fue capaz de imponer sus ideas al cartesianismo del campeón, boxeador muy sobrio y fibroso que planteó el combate sin prisas para ir haciéndose poco a poco con él. A medida que avanzaba la pelea se notaba la prevención que tenía Huracán y, finalmente, en el noveno, una mano de Super G puso en la lona las aspiraciones del español y sembró la decepción en el graderío.
Kiko Martínez se alzó con la corona del super gallo al derrotar por KO al inglés Jason Booth. Ante la intensidad del boxeo que habíamos vivido con Varón y Dani y con Proksa y Huracán, la pelea estelar fue desarrollándose sin pena ni gloria y con bastante público abandonando la Cubierta y otros desentendidos del combate. En el décimo asalto, un zurdazo de Kiko La Sensación Martínez echó a la lona a Booth. Acaso se impuso el ansia de los veintitrés años del alicantino contra las mañas de los treinta y dos del británico, que mostró algunas marrullerías que empañaban una noche en la que brilló el juego limpio y la deportividad.
Cuando, en un momento dado, el público se dio cuenta de que Poli Díaz estaba entrando hacia las sillas de ring, comenzaron a vitorear al Potro “¡Dale, Poli, dale...!” como en los tiempos en los que el vallecano hizo soñar a tanta gente y ayudó a la popularidad del noble arte en los años ochenta. Esa súbita demostración de cariño y de reconocimiento fue el gran regalo que Poli, campeón, se llevó ayer de Leganés.