Presidencia Europea
Nada por aquí
Nada por aquí
SIN JETAS NO HAY PARAÍSO
(Al gran Eça de Queiroz)
Su humildad era una cima, aureolada por un resplandor. Cada una de sus penitencias centelleaba más límpidamente que cristales purísimos. Y su perenne oración ascendía y se enrollaba alrededor de las cuerdas, a la manera de una deslumbrante niebla de oro... Ya, de las profundidades, sonoras bandadas de Serafines volaban balanceando verdes palmas. El pobre socialista iba a entrar triunfalmente en el Paraíso y aquélla era la milicia divina que le acompañaría cantando. Un estremecimiento de alegría recorrió la luz paradisíaca, enriquecida por un nuevo santo. Y el alma de Zapatero gozó por anticipado las delicias de la Bienaventuranza.
Ignacio Ruiz Quintano