sábado, 13 de febrero de 2010

FRACISCO SILVELA EN MADRID Y GREAT RUSSELL STREET EN LONDRES


José Ramón Márquez

Clásicos poulares. Lugares que jamás saldrán en las guías. Sitios ante los que los dadores de estrellas pasarán persignándose: ‘Aparta de mí este cáliz, en el nombre de Bocusse, etc.”
Ahí van dos. Uno, el Valladares de Francisco Silvela, con sus patatas bravas de cosecha propia y su paella de tapa a partir del mediodía, con sus raciones clásicas y con el mismo camarero detrás de la barra desde que uno tiene uso de bares. Otro, el puesto de perritos calientes a la puerta del Museo Británico, en Great Russell Street, con su salchicha gigante y su cebolla entre frita y cocida, que da el olor característico a toda la calle, con el mismo perritero detrás del carrito, que debe llevar ahí desde que llegaron al museo los frisos del Partenón.
Ante tanta tontería de los Starbuck’s, los Vips’s, los sitios de comida metidita en unos envoltorios de plástico, de café servido en un vasito de poliestireno, de sandwiches de vegetales orgánicos, esas dos industrias resisten los envites del tiempo nuevo. Cada vez van quedando menos.