lunes, 4 de enero de 2010

EN EL CARTEL, UN TORERO


José Ramón Márquez

I

El Cid en los carteles. ¡Vaya chasco para algunos! Va el artista elegido, ve a un torero al que no conoce de nada y decide usar su imagen para componer el cartel de los Toros en Sevilla para 2010. Me alegro por varias cosas. La primera porque el artista Gordillo demuestra ser una persona sensible y atenta. A lo mejor no es ni aficionado, pero un día en Antequera ve el toreo y se encandila con quien lo practica. Decimos toreo y no arte, porque aquí el artista es Gordillo y el otro es sólo un torero, ni más ni menos. La segunda, porque me hace gracia que el elegido por Gordillo sea El Cid, después del ninguneo que ha sufrido en 2009, como si él hubiese ido vagando por esas plazas de fracaso en fracaso, ya que los demás (el que siempre está importante, el dios de piedra, el artista de los pellizcos) han hecho sus temporadas en el triunfante ‘olor’ de las pestilentes multitudes y han cosechado éxitos sin tasa, al interesado decir de los plumíferos. La tercera es, naturalmente, porque soy partidario confeso de El Cid, partido que viene avalado por la clásica pureza de su toreo y enaltecido por la impecable nómina de ganaderías a las que se ha enfrentado a lo largo de su carrera.

II

Al decir de un periódico, el cartel de Gordillo representa a ‘un torero’. Es verdad. Un anónimo torero, para el desinformado rotativo. Repaso los carteles de Sevilla desde 2000 y los llamo, de acuerdo a la fortuita y divertida imprecisión reseñada. En 2000, una plaza de toros vista desde arriba; en 2001, un tío mirando al tendido; en 2002, una cabeza disecada en la pared de un bar, en 2003, lo que no se ve en Sevilla; en 2004, una chuleta con cuernos; en 2005, un payaso sentado; en 2006, la plaza de toros de las pulgas; en 2007, Tintín en los toros; en 2008, la cucaracha pinchada en un palo, en 2009, el choto de engorde y recebo. Y en 2010, efectivamente, un torero.

III

El primer drama con el cartel reseñado vendrá después de colocar debajo de él los cuadraditos ésos en los que se ponen los nombres de las ganaderías y de los toreros. La primera en la frente, en Resurrección. El penoso espectáculo que se ha dado, con toros de ida y vuelta a tanto el astado (es un decir), con tal torero, con estos o aquellos dineros, deja en muy mal lugar a la empresa y bastante desairados a los diestros que se contraten para esa fecha tan célebre en Sevilla, porque los que finalmente vayan en el cartel siempre van a quedar como segundos platos o cafés de recuelo. Sinceramente he de decir que jamás he tenido interés alguno en la corrida de Resurrección en Sevilla. El récord de corridas lidiadas en esa fecha, de tanta relevancia social para esa ciudad, lo ostenta el difunto Manuel Prado y Colón de Carvajal, y eso ya indica de qué va la cosa. El segundo drama vendrá, si la estadística no falla, en farolillos, con las ganaderías del monoencaste y asimiladas, tiradas ignominiosamente por los suelos.
Nosotros buscaremos la redención de los Toros en Sevilla 2010 en los carteles de la semana anterior a farolillos, esperando, con la misma ilusión de cada año por ver a los toros corriendo por el albero del Arenal. Toros de Cuadri, o del Conde de la Maza, o de Palha, o de Victorino, o de Peñajara o de Cebada, porque ¿qué más se puede pedir si en el ruedo están los toros, y en el cartel, un torero?