Polibio
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
A la manera que el orín en el hierro, la polilla y la carcoma en la madera son pestes connaturales que, sin necesidad de otros males exteriores, corroen estos cuerpos, porque fomentan en sí mismos la causa de su destrucción. Estas cosas de Polibio las dábamos en primero de Periodismo.
–De igual modo, cada especie de gobierno –remata el Ónega de los Escipiones– alimenta dentro de sí un cierto vicio que es la causa de su ruina.
Cien mil muertos por el pangolín, ruina vicepresidida por Pablemos, y vamos a ponernos estupendos (¡hasta confitamos un manifiesto!) cuando Pablemos habla de “democracia anormal”, que debe de ser la primera verdad que se le escapa en su pingüe carrera política. ¿O no es “anormal” una democracia (sistema de gobierno basado en el juego mayoría-minoría) donde el cuarto partido electoral, del que Pablemos es jefe, dirige el gobierno, con lo que eso supone en España?
Lanzar un cucurucho de tópicos crujientes a Pablemos porque habla de una democracia rara es equipararlo culturalmente al Ortega de “Vieja y nueva política” del Teatro de la Comedia en el 14:
–La España oficial consiste, pues, en una especie de partidos fantasmas que defienden los fantasmas de unas ideas y que, apoyados por las sombras de unos periódicos, hacen marchar unos Ministerios de alucinación.
Ortega no era vicepresidente, mas tampoco Pablemos es filósofo, si bien con su chau-chau “echa de comer” (de eso lo acusan) al canciller ruso Lavrov, una inteligencia malvada que parece mezcla de Metternich y Talleyrand pasada por Fouché (sólo hay que ver cómo les merendó la cena en Siria a dos bobos solemnes como Obama y Kerry) y que ha inspirado a Borrell (“no pain, no gain”) un bonito lema culturista:
–No al cuerpo a cuerpo con Lavrov.
Como canciller español, Borrell recibió la flema de un esquerrista, y como canciller europeo, el correazo de un domador de osos. Pero, como dijo Napoleón (¡el “Boney” de los ingleses!) a Metternich, “quien quiere el fin, quiere los medios”.
[Sábado, 13 de Febrero]