|
"LA CORRIDA DE TOROS IMPLICA HONRADEZ Y HONOR"
-¿Cuándo fue la última vez que asistió a una corrida de toros?
-Durante un viaje a Europa en el verano de 1978. Mi mujer y yo llevamos a nuestros tres hijos adolescentes a una corrida en Barcelona. Resultó menos emocionante que otras veces y nuestros hijos no salieron muy impresionados.
-¿Escribió más sobre toros tras la publicación de El cuerno y la espada?
-Sí. Varios libros, como Mito y magia, contribuyeron a que me consideraran experto en toros, y otras veces me pidieron que escribiese sobre el asunto.
-¿Cómo cambió El cuerno y la espada su visión de la fiesta?
-Investigar y escribir mi tesis doctoral, que fue la base del libro, me llevó a cambiar la visión de la corrida propia de un turista a una valoración profunda de su historia y significado en la cultura española.
-¿Por qué cree que su libro, que se considera un clásico, no se ha traducido antes al español?
-No hay explicación. Otras traducciones, al francés por ejemplo, sí han estado disponibles. Saque sus propias conclusiones...
-Bueno, usted concluye que el aficionado a los toros está contra toda autoridad. ¿Fue ése el motivo de que su libro no se tradujera durante el franquismo?
-Es la explicación más probable.
-Usted visitó España entre 1950 y 1953. ¿Qué recuerdos guarda de entonces?
-En 1950 mi esposa y yo visitamos España, y como turistas fuimos a una corrida de toros. Era un domingo por la tarde de marzo, en la plaza de toros de Barcelona, y mirando atrás, fue una de las mejores corridas a las que jamás he asistido. Aunque lo que de veras me impresionó fue el espíritu electrizante de la gente. Nunca había sido testigo de tal entusiasmo y participación por parte de tanta gente. Supe entonces que tenía que aprender más de ese fenómeno. Después, en mi trabajo de campo para el doctorado en Antropología, volví a España y asistí a muchas corridas, entrevisté a toreros, les hice tests psicológicos e intenté observar la cultura española en general. El resultado apareció en mi tesis e influyó de forma determinante en mis conclusiones sobre el significado del ritual.
-¿Fue mucho a los toros en esa época?
-Sí, había muchas corridas cuando estuve en España, tanto en cosos de grandes ciudades como en plazas de poblaciones pequeñas, y todas con muy buena asistencia. Tanto sol como sombra se llenaban y, aunque por supuesto los turistas estaban presentes -siempre en sombra-, eran españoles los que las llenaban. Recuerdo especialmente una semana entera de corridas en Bilbao. Fue fabuloso.
-¿Viajó posteriormente a España?
-Como antropólogo he viajado mucho, pero no volví hasta la visita de 1978. Entonces ya observé muchos cambios en España. ¡Ahora, me han dicho que los guardias civiles, que parecían seguirnos a todas partes en los 50, se ocupan del control del tráfico!
-¿Hemingway extendió el conocimiento de la fiesta fuera de España?
-Sí, Hemingway y el cine. Los toros bravos, una novela de Tom Lea, se convirtió en una película muy popular, aunque algunas de las escenas de toreo fueron eliminadas por su excesivo realismo para los americanos.
-¿Llegó a tratar a Hemingway o a Orson Welles?
-Orson Welles hubiera sido más interesante, aunque ambos eran demasiado arrogantes.
-El cuerno y la espada formó parte de la biblioteca de Hemingway y del antropólogo Julian Pitt-Rivers. ¿Cree que su libro abrió una nueva vía al estudio de la fiesta de los toros?
-Sí, creo que sí.
-¿Está satisfecho de que sea una universidad la que lo ha publicado?
-Es gratificante saber que un libro que escribí en 1957 sea incluido en las publicaciones de una distinguida universidad. Me siento honrado.
-¿Se considera un buen aficionado a los toros?
-En mi juventud me consideraba un aficionado. Y aún creo que una corrida implica honradez y honor -nunca con cuernos afeitados, por ejemplo-. El enfrentamiento entre un hombre valiente y un toro bravo es algo digno de verse.
-¿Qué opina de que en algunas regiones de España, como Canarias, estén prohibidas las corridas de toros, y en otra como Cataluña pretendan prohibirlas?
-Hay zonas en España que no están bajo la influencia del toreo y la gente tiene derecho a prohibir el ritual, que nunca debe confundirse con un «deporte», pero creo que no deberían influir en las zonas del país que sienten de modo diferente.
-¿Qué piensa del movimiento de defensa de los animales?
-De veras apoyo a aquellos que creen que, como seres humanos, tenemos una norma moral para tratar a todos los seres vivos sin crueldad, y eso incluye a nuestros congéneres. No obstante, de algún modo, creo que un toro de lidia puede tener tanto honor como dignidad en su muerte. ¿Una contradicción? Quizás.
-¿Los animales tienen derechos?
-De nuevo, como seres humanos, podemos y debemos amparar a los animales, en su derecho a ser tratados bien, y a oponernos a la «ley de la selva» de la naturaleza. Y eso quizás es lo que nos hace humanos.
-¿Alguna vez tuvo la tentación de correr en los San Fermines, como tantos norteamericanos?
-No. habiendo sobrevivido a veinte misiones aéreas sobre Alemania en la Segunda Guerra Mundial, no creía que tuviera que hacer algo para demostrar mi hombría o mi valor. Y yo era muy respetuoso ante la bravura de un toro suelto.
*Por documentación, cultura, precisión y sentido periodístico de la ocasión, Alfredo Valenzuela (Lopera, Jaén, 1962) es el mejor entrevistador de España.