Obispo Grégoire
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La Santa República no fue conquista, sino advenimiento, y los “republicanos de toda la vida” se taparon con la Ley de Defensa de la República que criminalizaba “lo monárquico”. La Santa Democracia, lo mismo, y los “demócratas de toda la vida” se tapan con la Ley de la Memoria Histórica que criminaliza “lo franquista”.
¡Adiós por lo legal al pecado original!
Freud habla de un sentimiento de culpa que Pablo (de Tarso, no de Vallecas) redujo a su fuente protohistórica, que llamó “pecado original”: el crimen primigenio del asesinato del protopadre, luego divinizado, fantasía redentora saludada como evangelio, o sea, la Comisión de la Verdad. Los interesados en la significación que para la psicología individual y social adquiere la negación del pecado original pueden acudir a “Las enseñanzas sociales de las iglesias y grupos cristianos” del teólogo Ernst Troeltsch.
Así se completa el círculo de la Santa Transición, que va del Franco de Ferrol a ese Franco de Puebla de Brollón que dice ser el Camino, la Verdad y la Vida.
“¡La verdad, la verdad! Pero ¿qué es la verdad?” “Es la que viene del cielo.” “Entonces no existe en la tierra, ¿no?” “¡Mira lo que pasa en la tierra a los hombres que dicen la verdad! Los entregan a individuos como tú.”
–Bastante acertados vamos, amor, si vamos equivocados juntos –fue el consuelo de Santayana.
Una vez asentado el “delito de odio”, que es un delito de intención, el socialismo de Puebla de Brollón nos trae un Comité de Salud Pública que reemplazará el vocabulario descriptivo con eufemismos para construir la nueva realidad que lleve a la ley de Sospechosos del obispo Grégoire para cambiar la conducta y la conversación de los españoles. De momento, la ética Cortina, que va de María Ostiz de la “intelectualidá”, pide la censura de las redes sociales. Parodiando al Séneca, todos somos franquistas y hay que dudar de quien carezca del certificado de civismo.
–No hay palabra de honor que valga lo que una póliza de euro.