El lateral Diego Rico entre Fernández Manzanedo y Medina
En Castañares
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Tengo puesto que los partidos de fútbol más inolvidables, para bien y para mal, se dan en la Copa. Por eso cada vez entiendo menos la falta de interés por el torneo en primer lugar de los dirigentes de la FEF, luego de los entrenadores de los clubes importantes, y lo que me parece más extraño, el de los futbolistas de pedrigrí. La Copa de esta temporada había tenido su debacle vasca con la eliminación de Athletic y Real Sociedad a pies de Formentera y Lérida, episodios que podríamos considerar rutinarios, pues no nos son extraños un año sí y otro también, pero faltaba el campanazo quinquenal que sólo pueden darlo R. Madrid o Barcelona.
El KO al Madrid conectado por un equipo al que llaman pepinero no es como el del Alcorcón de Anquela y Susaeta del que hablábamos antier, pero lo parece. El Leganés no está en 2ªB como aquel Novelda colista del Madrigal trigoleador que vapuleó al Barça de Van Gaal. El Leganés es un primera que coquetea con la Copa de la UEFA, pero tiene nombre de pueblo y por mucho que queramos vestirlo de púrpura y acomodarle el armiño imperial será siempre el Leganés. El Leganés cae bien porque los pobres con orgullo y dignidad no pueden caer mal y por eso el equipo va a ser ejemplo de modestia y esfuerzo durante varias temporadas gracias a uno de esos partidos dolorosos, como misterios del rosario, que como digo se producen cada cinco años para escarnecer a los poderosos. Una noche inolvidable para sus aficionados, que tendrán siempre en la memoria el día que eliminaron al R. Madrid. Dirán “eliminamos”, porque en momentos como los de ayer, es cuando el simple aficionado entra en la categoría de los devotos y cuenta la victoria como si de una aparición milagrosa se tratara. Estas sensaciones de los aficionados de los equipos modestos sólo son posible en la Copa. Los del Madrid y el Barça tienen atrofiado el gusto y sólo son capaces de gozar con la Champions.
A un servidor le parece que el entrenador Zidane y sus futbolistas no se han tomado con la seriedad debida la Copa y por eso han perdido. Es posible que Asier Garitano, para mí el Garitano que jugó en el Burgos -con Onésimo nada menos-, nunca entrene al R. Madrid o al Barça, pero que es preparador más estudioso y aplicado que muchos de sus colegas queda fuera de dudas al ver el extraordinario rendimiento que es capaz de sacar a jugadores con los que ha batallado en 2ª división y con los que ha dado un ejemplo de intensidad competitiva superlativa, hasta tal punto que hoy Gabriel Pires, Eraso o Szymanowski, tres jornaleros del balón, son objeto de deseo yo diría que a nivel internacional. ¿Y cómo no enorgullecernos los del barrio de Gamonal con ese Diego Rico, del que conocemos la familia, lateral izquierdo al que vimos empezar con más voluntad que acierto y que esta temporada ya está entre los mejores en su puesto?
Podemos ponderar hasta el infinito a los futbolistas del Leganés, pero nunca podremos justificar la eliminación del Real Madrid, más que nada porque la derrota no fue un accidente. Se veía al equipo ramplón, abotargado, cansino, como dejado..., contra el Betis, el Totenham, el Villarreal, el Numancia o el Fuenlabrada... El Madrid no funciona y, lo que creo es peor, no hay método. Sus jugadores son capaces de ganar partidos sólo con el talento, pero ¡ay! falta organizar el trabajo y los movimientos de cada cual para parecer equipo serio, dicho sea con el debido respeto. Eso sí, aún queda la Champions...