¡La verdad, la verdad! Pero ¿qué es la verdad?
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Con el Partido Único consagrado en Alemania, lo que preocupa al “tanque de pensamiento” de Ciudadanos es… el algoritmo: los partidos no quieren competencia en la propagación de bulos, y el “ciudadano” Garicano se apunta con su mejor alfalfa a la censura de redes en pro de una “chupipandi” política no coactivamente solitaria, sino necesariamente única, como la Falange de Arrese.
¡Del algoritmo de Euclides al algoritmo de Garicano!
–¡El bulo, el bulo! Pero ¿qué es el bulo?
Pilato preguntó qué era la verdad y Jesús contestó: “Es la que viene del cielo”. Bueno, pues el bulo, según Garicano, es el que viene de Rusia. “¡Rusia culpable!”, gritaba ya su tío, Garicano el de Gobernación, cuando aún no había nacido Zuckerberg, el chico de Facebook.
Al hilo del algoritmo, hubo un árbitro murciano, Franco Martínez, que, en pleno Proceso de Burgos, fue sorteado para arbitrar el derbi vasco: por temor a que en el partido pudieran oírse gritos de “¡Franco, cabrón!” que excitaran los algoritmos del Régimen, fue convocado en Murcia al piso de un canónigo donde lo esperaba el secretario de Garicano (el de Gobernación), que le pidió que se pusiera enfermo para no ir a San Sebastián, y así lo hizo.
El bulo político (¡la madre de todos los bulos!) lo inventó la Asamblea francesa al decretar el 15 de julio del 91 que el rey no había huido, sino que había sido raptado (lo firmaron todos menos cuatro, precisamente los cuatro que luego, cosas del algoritmo, votaron por el exilio del rey en la Florida y en contra de la pena de muerte).
Y luego están los bulos rusos, que serían el bulo del 78 como régimen de representación y separación de poderes, el bulo del 79 sobre la churrera del hotel Corona de Aragón, el bulo de Solbes negando la crisis en el debate con Pizarro o el bulo del centrismo (“esa estafa intelectual, ese extremismo de la ambición”) de Rivera, un tipo que promete hacer del mastín leonés una persona dueña de su silencio y esclava de su palabra.