martes, 17 de abril de 2012

Privilegios

La absurda estatua de Woody Allen en Oviedo


Ignacio Ruiz Quintano
Abc
   

Los reyes matan elefantes en África y los republicanos (salvo Garzón, que tira al venado en Toledo) pelan gambas en el centro comercial. ¿Dónde está el desorden?

    –¡Privilegio! ¡Privilegio! –denuncia Llamazares.
    
Pero Llamazares, en vez de dejarse quitar republicanamente la nómina del día de huelga, prefirió hacer un donativo, como un marqués, a la Fundación 1º de Mayo, que algún privilegio fiscal tendrá. Doscientos euros, una propina, aunque los buenos republicanos digan “servicio”, pues donativo huele a marqués, y propina (que significa “extra para beber”), a vino.

    Donativo o propina, el caso es que Llamazares se valió de la grande polvareda para tuitear que “la solución final” la inventó Franco para los republicanos y luego la copió Hitler para los judíos.
    
Hombre, Llamazares. Más revolucionario ni más antimonárquico que los falangistas no vas a ser tú, dicho sea en el mejor tuteo proletario. Y a los tres tipos que trajeron la República (Ortega, Ayala y Marañón) puso piso y calle Franco en Madrid.

    Por cierto, que en “La caza y los toros”, esas cosas de la realeza, refiere Ortega el berrinche de Jules Romains, propagandista del “Front Populaire”, contra los obreros franceses, que en 1938 aprovechaban las conquistas sociales para irse… a cazar y pescar.

    Más vueltas a la glorieta de Marañón en Madrid y menos vueltas a la estatua de Woody Allen en Oviedo ha de dar Llamazares, quien, con chascarrillos como el de la “solución final”, más que refutar la “banalización del mal” de Hannah Arendt, lo que quiere es presentarse ante la generación Bambi como la Ana Frank del franquismo.

    Llamazares… y Ana Frank.