sábado, 28 de abril de 2012

Chanquete

El otro Chanquete

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Una carta y dos tuits: a esto se reduce en la España de los recortes (hasta Google nos recorta en el mapa los peñones del Sur) una mañana de abril.

    La carta viene en mano, certificada y municipal: es la foto de un auto con noventa euros de multa por circular por la madrileña calle del Prado, que, en coche o en cochino, era el paseo de las viejas de Quevedo.

    Luego, un tuit cultural del periódico global que dice: “Un día como hoy (paro, deuda...) trae la exposición de Luis Miguel Ullán, el poeta que también era pintor”. Esto, más que un tuit, es un haiku, y a Ullán, que tenía algo de chinche (“¡un chinche!, ¡un chinche!”, me decía de él un día Elena Soriano), le hubiera entusiasmado.

    En el tuiter le llaman Luis Miguel, pero en el papel le respetan el nombre de José Miguel, aunque, por purga no se sabe si ideológica o literaria, le recortan, ay, ese guion, tan literario, que le regalara Ruano en la terraza del Teide.

    Y el tuit definitivo en esta española mañana de abril lo remite Manuel Jabois: “Mientras los chicos hacen un rondo con Tito en La Masía, Xavi se acerca a voces para anunciar que Pep se va.” Y lo enlaza al video de la muerte de Chanquete.

    En Barcelona tuvieron el detalle de esperar al cierre de la Bolsa en Madrid para anunciar la noticia: “El Pep es va”. Cuando sus estatuidades con Zapatero, Maragall presumía de tener un amigo en Madrid que le suplicaba que no se fueran (los catalanes)… “o seré más moro”.

    Si ahora que se va el Pep en Madrid no somos más moros es porque nos dejan a Durán y Lérida.

    –Chanquete ha muerto.