El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es
pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y
huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado
no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías
y las mías me conocen.
Juan, 10 11-18
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