miércoles, 25 de abril de 2012

A Espada no le gusta Capote

Truman Capote

Jorge Bustos

Ignoro el grado de seguimiento que mereció la noche madrileña de los libros, pero me inclino a pensar que, en Madrid, la adhesión verdaderamente masiva a un programa de nocturnidad literaria dependerá de hacer creer al personal que los libros se pueden beber, y de esa pedagogía alquímica no vemos capaz ni a Ana Botella, con todo lo pedagógica que se muestra en otros asuntos. Pero nos picaba la curiosidad de saber si, en un momento de recesión de la recesión, la gente se volcaría sobre la literatura con devoción monástica, murmurando para sus adentros una letanía de mantras sapienciales en plan la vida es sueño, nada en demasía y todo está en los libros, tres sentencias que seguramente tiene dichas Gloria Fuertes, por citar a una figura señera del canon literario que el Consistorio fija pegatina a pegatina en los vagones del metro. De entre el menú cultural ofertado, cuatro compañeros de redacción y yo elegimos un coloquio con Arcadi Espada en el 31 de la calle Alcalá.

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