Truman Capote
Jorge Bustos
Ignoro el grado de seguimiento que mereció la noche madrileña de los
libros, pero me inclino a pensar que, en Madrid, la adhesión
verdaderamente masiva a un programa de nocturnidad literaria dependerá
de hacer creer al personal que los libros se pueden beber, y de esa
pedagogía alquímica no vemos capaz ni a Ana Botella,
con todo lo pedagógica que se muestra en otros asuntos. Pero nos picaba
la curiosidad de saber si, en un momento de recesión de la recesión, la
gente se volcaría sobre la literatura con devoción monástica, murmurando
para sus adentros una letanía de mantras sapienciales en plan la vida
es sueño, nada en demasía y todo está en los libros, tres sentencias que
seguramente tiene dichas Gloria Fuertes, por citar a
una figura señera del canon literario que el Consistorio fija pegatina a
pegatina en los vagones del metro. De entre el menú cultural ofertado,
cuatro compañeros de redacción y yo elegimos un coloquio con Arcadi Espada en el 31 de la calle Alcalá.
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