Julio Camba
He visto al Apóstol Santiago matando moros en el frontispicio del Ayuntamiento. «Sería muy interesante –me dije– saber lo que opina el Santo de los sucesos de Melilla». Y, entonces, me he ido a celebrar una interview con él. Todos los santos están altos, pero el Apóstol está, lo menos, a la altura de un quinto piso. Con una gran dificultad me encaramé por el tejado y llegué al pie del grupo.
–¿Se ha enterado usted de lo que ocurre en Melilla? –le pregunté al Santo.
Santiago Apóstol contuvo un momento su caballo de piedra, y me dijo:
–Aquí, en el Ayuntamiento, he oído hablar algo de eso. Creo que hay guerra, pero no han contado conmigo para nada. Desde luego, puede usted asegurar que yo no iré...
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He visto al Apóstol Santiago matando moros en el frontispicio del Ayuntamiento. «Sería muy interesante –me dije– saber lo que opina el Santo de los sucesos de Melilla». Y, entonces, me he ido a celebrar una interview con él. Todos los santos están altos, pero el Apóstol está, lo menos, a la altura de un quinto piso. Con una gran dificultad me encaramé por el tejado y llegué al pie del grupo.
–¿Se ha enterado usted de lo que ocurre en Melilla? –le pregunté al Santo.
Santiago Apóstol contuvo un momento su caballo de piedra, y me dijo:
–Aquí, en el Ayuntamiento, he oído hablar algo de eso. Creo que hay guerra, pero no han contado conmigo para nada. Desde luego, puede usted asegurar que yo no iré...
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