Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En Madrid no tenemos mar, pero tendremos a Neymar. Al parecer, el viejito Ronaldo está en Brasil para contarle a Neymar lo que decía el marqués de la Valdavia: «Madrid, en verano y con dinero, Baden Baden». Bueno, primero hay que explicarle a Neymar qué es Baden Baden, y después ya se puede desplegar en la mesa un plano de Madrid con los huecos donde levantar un chalet a la altura de la cresta mohicana del nuevo fenómeno. La comida predilecta del chico es arroz con frijoles, carne y batata frita, cosa que se resuelve con unos vales para el Centro Cubano de la calle de Claudio Coello, donde se sigue sirviendo la mejor vaca frita y la mejor ropa vieja de la ciudad. Menos problemático se presenta el aliño indumentario: «Siempre me pongo lo mismo —declara el muchacho—. Unos pantalones cortos, una camiseta sencilla y una gorra». ¡Cielos! El uniforme madrileño de la democracia y el buen rollito, sin distinción de barrio ni clase social. Me acuerdo yo de cuando Javier, el de los Pecos, torcía el gesto porque por su urbanización hacía «footing» El Fary en chándal rojo y botines de tacón cubano. Hoy, en cambio, en La Moraleja puede haber quejas porque la novia de Cristiano se pasea desnuda por su casa, pero no porque Neymar se pasee por su calle en pantalón corto, camiseta sencilla y gorra con la visera en el pestorejo. Desde luego, prefiero a Neymar con gorrilla que a Stiglitz, el Nobel, con sombrero de ala ancha. En la vida de Neymar todo es desparpajo. En la vida de Stiglitz todo es desfachatez...
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En Madrid no tenemos mar, pero tendremos a Neymar. Al parecer, el viejito Ronaldo está en Brasil para contarle a Neymar lo que decía el marqués de la Valdavia: «Madrid, en verano y con dinero, Baden Baden». Bueno, primero hay que explicarle a Neymar qué es Baden Baden, y después ya se puede desplegar en la mesa un plano de Madrid con los huecos donde levantar un chalet a la altura de la cresta mohicana del nuevo fenómeno. La comida predilecta del chico es arroz con frijoles, carne y batata frita, cosa que se resuelve con unos vales para el Centro Cubano de la calle de Claudio Coello, donde se sigue sirviendo la mejor vaca frita y la mejor ropa vieja de la ciudad. Menos problemático se presenta el aliño indumentario: «Siempre me pongo lo mismo —declara el muchacho—. Unos pantalones cortos, una camiseta sencilla y una gorra». ¡Cielos! El uniforme madrileño de la democracia y el buen rollito, sin distinción de barrio ni clase social. Me acuerdo yo de cuando Javier, el de los Pecos, torcía el gesto porque por su urbanización hacía «footing» El Fary en chándal rojo y botines de tacón cubano. Hoy, en cambio, en La Moraleja puede haber quejas porque la novia de Cristiano se pasea desnuda por su casa, pero no porque Neymar se pasee por su calle en pantalón corto, camiseta sencilla y gorra con la visera en el pestorejo. Desde luego, prefiero a Neymar con gorrilla que a Stiglitz, el Nobel, con sombrero de ala ancha. En la vida de Neymar todo es desparpajo. En la vida de Stiglitz todo es desfachatez...
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