jueves, 21 de julio de 2011

Bilduismo poético

El espejo de Rubalcaba
De pie, de izquierda a derecha: Saborit, Anguiano y Prieto
Agachados: Largo, Iglesias y Besteiro
Arrojar la cara importa, que el espejo no hay por qué


UNO DE LOS SUYOS


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

La nación más vieja de Europa vive en suspenso.

¿Y si Camps fuera inocente? ¿Vendrá Neymar? ¿Habrá elecciones en otoño? ¿Extremadura y La Mancha deben más que Alemania? (Aquella Alemania, claro.) ¿Tienen “glamour” los chotas de la Eta? ¿Se pondrá corbata Sebastián?

Sebastián es un señorín del barrio de Salamanca convencido de que, cuanto peor educado, más demócrata. Los chotas de la Eta, si damos crédito a la prensa de mayor progreso, tienen “glamour”. Extremadura y La Mancha deben, en efecto, más que aquella Alemania. Habrá elecciones en otoño. Neymar está al caer. Y Camps…

El delito de Camps es parecer más de derechas de lo que es. El sincorbatismo de Sebastián y unos zapatos como los de Rubalcaba, que recuerdan a un par de cocodrilos, lo hubieran salvado. Ahora lo condena hasta la justicia poética. ¿O es que no había más plazas que Valencia para el festival de José Tomás?

A un caballero con fama de cursi se lo lleva por delante el delito más cursi que cabía imaginar: cohecho impropio pasivo, y explíquelo uno en el bar. Tanta cursilería ha excitado el celo de nuestros cursis (¡ah, el rastacuerismo hispánico!), que se han puesto noventayochistas para charlatanear contra la corrupción en el país más corrupto de Europa, donde vivir es ponerse una corbata, no unas manos que puedan estrangularte con ella.

¿Noventayochistas, decíamos?

Vamos a hacer un proyecto político en el que si un socialista de hace cien años levantara la cabeza se reconociera inmediatamente y exclamara: “¡Estos son los míos!” –dice Rubalcaba en Extremadura, la región que con ese proyecto más ha avanzado en aquella dirección.

Rubalcaba regresa al XIX porque se cree sublime sin interrupción, y en aquella época lo sublime tomó la forma de lo titánico: ganar unas elecciones llevando a Zetapé al hombro.

Estamos en 1906. Los correligionarios de Rubalcaba son Iglesias y Largo, concejales en Madrid, con Alberto Aguilera de alcalde, que propone hacer constar en Acta la satisfacción del Concejo por haber resultado ilesas Sus Majestades. No hay discursos. Al preguntar si se aprueba, Iglesias se levanta y con voz clara y firme contesta: “Con nuestro voto en contra.”

Bilduismo poético...

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