Francisco Javier Gómez Izquierdo
Si alguno de ustedes tiene pensado visitar Córdoba, por conocer su Mezquita un poner, háganlo en esta primera quincena de mayo. Con una temperatura que le permite pasear en camisa, puede recorrer sus calles sin prisas y cruzar las puertas de las casas de muchos vecinos cordobeses sin que le acusen de ladrón.
Los telediarios anuncian los patios de Córdoba sin pararse a considerar lo agradable que resulta un paseo en el que dos grandes macetas te anuncian un pequeño paraíso. Entre patio y patio puede usted refrescarse en tabernas centenarias donde se prepara el mejor salmorejo del mundo ó donde Manolete tenía cuarto de tertulia en el que conversaba toda la familia de los Lagartijos. San Lorenzo, San Basilio, San Agustín... son barrios en los que este fin de semana desembarcarán multitudes traídas en autobús..., pero usted ha de venir en día de entresemana: martes, miércoles ó jueves. Podrá hablar con los antiguos. Con los que saben lo que es un patio. Con los que le contarán que el mismo Manolete se crió de chicuelo en el barrio de Santa Marina en una “casa de paso”, que en esencia significa que había cordobeses que para entrar en su vivienda debían pasar por la del vecino.
En la calle Marroquíes, también en Sta Marina, aún perdura una especie de barrio independiente, en el que las 20 puertas que hoy cierran 20 artistas menores, hace más de cien años daban cobijo a 20 familias que guisaban y lavaban en cocina y lavadero común. El de la calle Marroquíes es el auténtico patio de vecinos en el que se enredaban las buganvillas y se criaban claveles que habían de lucir reventones en el moño de las guapas para finales del mes, en la afamada feria de la Salud. Aquellas familias desarrollaron un amor tan desmedido y exquisito a las plantas y macetas que su centenaria dedicación ha desembocado en un museo con mil salas, que se abre por mayo en Córdoba para admiración de propios y extraños.
Si alguno de ustedes tiene pensado visitar Córdoba, por conocer su Mezquita un poner, háganlo en esta primera quincena de mayo. Con una temperatura que le permite pasear en camisa, puede recorrer sus calles sin prisas y cruzar las puertas de las casas de muchos vecinos cordobeses sin que le acusen de ladrón.
Los telediarios anuncian los patios de Córdoba sin pararse a considerar lo agradable que resulta un paseo en el que dos grandes macetas te anuncian un pequeño paraíso. Entre patio y patio puede usted refrescarse en tabernas centenarias donde se prepara el mejor salmorejo del mundo ó donde Manolete tenía cuarto de tertulia en el que conversaba toda la familia de los Lagartijos. San Lorenzo, San Basilio, San Agustín... son barrios en los que este fin de semana desembarcarán multitudes traídas en autobús..., pero usted ha de venir en día de entresemana: martes, miércoles ó jueves. Podrá hablar con los antiguos. Con los que saben lo que es un patio. Con los que le contarán que el mismo Manolete se crió de chicuelo en el barrio de Santa Marina en una “casa de paso”, que en esencia significa que había cordobeses que para entrar en su vivienda debían pasar por la del vecino.
En la calle Marroquíes, también en Sta Marina, aún perdura una especie de barrio independiente, en el que las 20 puertas que hoy cierran 20 artistas menores, hace más de cien años daban cobijo a 20 familias que guisaban y lavaban en cocina y lavadero común. El de la calle Marroquíes es el auténtico patio de vecinos en el que se enredaban las buganvillas y se criaban claveles que habían de lucir reventones en el moño de las guapas para finales del mes, en la afamada feria de la Salud. Aquellas familias desarrollaron un amor tan desmedido y exquisito a las plantas y macetas que su centenaria dedicación ha desembocado en un museo con mil salas, que se abre por mayo en Córdoba para admiración de propios y extraños.