-¡Esto lo toco yo con la gorra! -se dijo para sí misma. Se puso la gorra y se fue a la Puerta del Sol, donde se encontró un montón de gente muy enfadada y muy aplastada que se llamaban Los Indignados. De repente decidieron hacer un grito silencioso y no se oía ni una mosca porque no había ninguna mosca indignada. Cuanto mayor era el silencio, mayor era el silencio y así sucesivamente. Parece ser que se había reunido para terminar con las corrientes políticas más grandes en pro de otras corrientes políticas, así que Miguelita decidió abrigarse temiendo coger un catarro con tanta corriente. A su lado un Indignado fumaba un cigarro muy raro que mareaba a nuestra protagonista.
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