Francisco Javier Gómez Izquierdo
Estoy convencido de que nuestro editor cree que este fin de semana el Barça me ha dado una gran alegría, y no se equivoca del todo... pero lo que de verdad me levantó el ánimo y tocó mi orgullo fue el ascenso del Burgos. Nunca he dejado de ser aldeano, y si la infancia es la patria, el Burgos es mi fútbol.
Me mandó mi hermano fotos de ardillas blancas volando por los chopos de Fuentes Blancas hace unos días, y sabiendo dónde me duele de verdad, tuvo a bien ir el domingo al Plantío en busca de hazañas olvidadas. El Lanzarote no es el Madrid de Breitner, ni el Barça de Cruyff, a los que hicimos morder el hielo de la banda de Preferencia, la que pega al Arlanzón... pero se había puesto un tanto chulesco y había demostrado más influencia en la Federación que nuestro Burgos. Se tuvo que jugar a las 12 de la mañana, cuando nunca ha sido costumbre en Burgos correr a la hora de almorzar. En Burgos se almuerza a las 11 de lunes a sábado y a las 12 los domingos. Luego, a las dos y media o las tres, se come. Y a media tarde se merienda y por la noche se cena. El ejército de Lanzarote, que tiene nombre de caballero de tabla redonda, sucumbió ante las huestes del Cid, nada menos que por 4 a 0, y ver el café Gometero en la pared de tribuna me llevó a los tres goles de Viteri ante el Calvo Sotelo.
El Cádiz también se acercó a Miranda, como quien va a la casa de la criada. José González, un entrenador aún más triste que Lucas Alcaraz, además de desastroso estratega, no sabe perder y sus puñetazos en la mesa de los micrófonos son pose que intenta disfrazar lo que es: un triste entrenador al que su mediocridad le tiene sentenciado a la 2ªB. Le cayeron otros 4 goles en Anduva. En Córdoba, la Directiva le paseaba por las peñas para hacerle cercano y sólo consiguió sembrar de miedo el corazón blanquiverde. Tanta paz llevó como descanso dejó.
Cuidado con el fútbol burgalés... De aquí a dos años enmudecemos el Bernabéu.
Estoy convencido de que nuestro editor cree que este fin de semana el Barça me ha dado una gran alegría, y no se equivoca del todo... pero lo que de verdad me levantó el ánimo y tocó mi orgullo fue el ascenso del Burgos. Nunca he dejado de ser aldeano, y si la infancia es la patria, el Burgos es mi fútbol.
Me mandó mi hermano fotos de ardillas blancas volando por los chopos de Fuentes Blancas hace unos días, y sabiendo dónde me duele de verdad, tuvo a bien ir el domingo al Plantío en busca de hazañas olvidadas. El Lanzarote no es el Madrid de Breitner, ni el Barça de Cruyff, a los que hicimos morder el hielo de la banda de Preferencia, la que pega al Arlanzón... pero se había puesto un tanto chulesco y había demostrado más influencia en la Federación que nuestro Burgos. Se tuvo que jugar a las 12 de la mañana, cuando nunca ha sido costumbre en Burgos correr a la hora de almorzar. En Burgos se almuerza a las 11 de lunes a sábado y a las 12 los domingos. Luego, a las dos y media o las tres, se come. Y a media tarde se merienda y por la noche se cena. El ejército de Lanzarote, que tiene nombre de caballero de tabla redonda, sucumbió ante las huestes del Cid, nada menos que por 4 a 0, y ver el café Gometero en la pared de tribuna me llevó a los tres goles de Viteri ante el Calvo Sotelo.
El Cádiz también se acercó a Miranda, como quien va a la casa de la criada. José González, un entrenador aún más triste que Lucas Alcaraz, además de desastroso estratega, no sabe perder y sus puñetazos en la mesa de los micrófonos son pose que intenta disfrazar lo que es: un triste entrenador al que su mediocridad le tiene sentenciado a la 2ªB. Le cayeron otros 4 goles en Anduva. En Córdoba, la Directiva le paseaba por las peñas para hacerle cercano y sólo consiguió sembrar de miedo el corazón blanquiverde. Tanta paz llevó como descanso dejó.
Cuidado con el fútbol burgalés... De aquí a dos años enmudecemos el Bernabéu.