jueves, 26 de mayo de 2011

La hora del fascismo

Lotso

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Con la grande polvareda pepera perdimos a don Beltrane, que era Bildu, con su alegría de chorro de piedras etarra. Después de todo, también ellos son izquierda.

Si en mis días de Facultad no me perdí nada, las cosas, hoy, serían como sigue: sólo la izquierda es democracia; todo lo que no sea izquierda es fascismo; luego España es fascista.

¿Y la ley?

La ley es la organización de la violencia destinada a dominar a una cierta clase.

Eso decía el delegado de curso en la Facultad y eso ha animado a Rubalcaba a echarle morro a lo de la Puerta del Sol. Pobre Rubalcaba, que iba para Cromwell de Solares y se ha quedado en Jaruzelski de Ferraz (¡ni siquiera en Lotso, el oso de “Toy Story”!), con las llamas entrando por el portalillo del partido y los perros flautas jugando a estibadores de Solidaridad.

Ya hay un regeneracionista muy cursi que dice que esto ya se lo olió él al ver cómo corría el jamón. Él, claro, se comió el jamón, y ahora la Revolución de Sol parece imparable: el día de San Fernando la Revolución se propone volar el capitalismo enviando a sus hijos a extraer de los cajeros 155 euros.

Lo dijo Revel hace veinticinco años: arruinada su doctrina por los acontecimientos, la izquierda protege su identidad cultural llamando fascista a aquél que no sea asimilable a su “sensibilidad”. Sin el espantapájaros del fascismo, no hay comodidad intelectual.

Usted a mí no me representa –le dice un “indignado” al nuevo alcalde de Sevilla.

¡Ah, la democracia parlamentaria “podrida”! Eso ya lo denunciaban los camisas negras y los camisas pardas. Pero así van a estar hasta que San Juan baje el dedo, que es decir hasta las generales, fecha de entrada, según las encuestas, del fascismo en La Moncloa. De compañeros y tontos útiles (Umbral, que hizo de las dos cosas, tiene explicada con buena sorna la diferencia) hacen los charlatanes de la Red, tan ayunos de lecturas como los charlatanes de la Universidad, cuyas exudaciones intelectuales están impresas en los cartones de la Puerta del Sol. Ahí quería yo ver a Revel, que ya en el 70, subyugado por “el burlesco cretinismo de los apotegmas del déspota pequinés”, se atrevió al análisis del “Pequeño Libro Rojo” de Mao...

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