José Ramón Márquez
Como ayer libramos a causa de los rejones, que seguimos a la espera de que los toros vayan en puntas, y con el sosiego que dan estas horas alejado de la afición favorita, tras darme una vuelta por la red, que es el único sitio donde se pueden ver opiniones desinteresadas, vayan en el sentido que vayan, caigo en que aún no nos hemos dado cuenta en señalar la magnitud del tsunami que tenemos encima y que se llama Antonio Matilla, Toño Matilla, gran muñidor del toreo en estos albores del siglo XXI.
Antonio Matilla posee en Salamanca, en Matilla de los Caños, la ganadería Hermanos García Jiménez, divisa rosa y azul, sin antigüedad. Además de eso adquiere ganado que le venden otros ganaderos y lo recría en sus fincas. Normalmente se lleva utreros y los mantiene en pupilaje hasta que les toca ir saliendo por edad. Uno de los mayores beneficiarios de ese tauro-leasing es la ganadera Mary Camacho, que todo lo que lidia prácticamente se lo debe a Matilla. Ese truco y el que ahora se dirá le permiten vender entre ciento veinte o ciento treinta corridas al año, que ya son corridas.
La otra variable que maneja es la de los toreros. Él tiene en nómina un elenco que le permite cubrir todo el espectro del mundo taurino. Para las duras, el Ciclón de Jerez. Para las de cultura, Manzanares. Para las de Fiesta Mayor, Fandi. Para las del arte y algo de famoseo, Finito. Para las señoras y menores de edad, Diego Ventura. La tercera variable es que también actúa per se o mediante persona interpuesta como empresario de plazas de lo que queda del emporio Balañá como Palma de Mallorca, Jerez o Linares, lo cual le permite tener bazas que jugar en los intercambios antes comentados y poder rematar los carteles.
Con estas bases tan bien cimentadas, Toño Matilla es capaz de ofrecer a los ayuntamientos de los ‘pueblos’, en el sentido más amplio, servicios completos de tauromaquia, paquetes cerrados llave en mano, que él compone poniendo un poco de sus toreros, otro poco de toros, los suyos o los del tauro-leasing y los completa con algún intercambio de cromos que haga con otros empresarios.
El hecho de que, según las más avisadas opiniones, sea él quien formalmente ejerce como empresario en Barcelona, quien maneja los carteles de Madrid -a pachas con el Doctor Zaius, aunque bien es verdad que el Doctor aporta los cuartos del Canal + o como se llame el engendro- y de que sea el más serio candidato a la sucesión de la ruina de Taurodelta, no hace sino aumentar la sensación de que Matilla es el auténtico Señor de los Anillos de la tauromaquia. Y el hecho de que se comente con fuerza que está a punto de incorporar a su cuadra de toreros a José Tomás -aunque eso va formalmente en contra de las opiniones que siempre ha mantenido el dios pétreo sobre el mundillo de los taurinos-, y de que es el auténtico impulsor del trust de los toreros, llamado por otros el G9, son signos que demuestran la fuerza y el poder que despliega nuestro personaje y ante el que los aficionados deberíamos estar alerta, muy alerta, porque de todo el mundillo que forman los hijos de los taurinos contemporáneos, el único de todos ellos que es mucho más listo que su padre es Antonio Matilla.