martes, 17 de mayo de 2011

"La Academia sólo puede trabajar en la clandestinidad"


JUAN GIL
Latinista

Alfredo Valenzuela
Abc de Sevilla

Juan Gil (Madrid, 1940) es catedrático de Filología Latina de la Universidad de Sevilla y ha sido designado académico de la RAE para ocupar la vacante dejada por Miguel Delibes.
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—¿Cómo se encuentra desde que, como diría Valle-Inclán, le han hecho inmortal?

Pues encuentro que soy un inmortal demasiado efímero, aunque tampoco me gustaría llegar a la edad de Matusalén.

—En cualquier caso, mejor inmortales que, como dijo Romanones, «Jo, qué tropa…»

No sé si por tropa y por inmortales debo entender la guardia personal del rey de reyes persa, que tenía ese nombre. Sea como fuere, mejor civiles.

—Se llama Juan Gil, como el fraile que pagó el rescate de Cervantes. ¿Ha pesado eso en su elección?

Tal vez, pero yo creo que ha influido más el hecho de que se llamase también Juan Gil el canónigo magistral que ayudó a introducir el luteranismo en Sevilla y que murió, afortunadamente, antes de ser quemado (lo fueron sus huesos). Y quizá también haya tenido alguna mano fray Juan Gil de Zamora, que escribió tratados en latín en el siglo XV.

—¿Se tiene leída la obra de compañeros suyos como Pérez Reverte?

Sí, por cierto, y confieso que me entretiene y me enseña muchas cosas, los dos requisitos que, según Horacio, se deben exigir al poeta, esto es, al escritor en general.

—¿Qué le parece que en parte del territorio español se multe por rotular un comercio sólo en español?

Un estupendo señuelo turístico: Spain is different; o una velada declaración de amor: odi et amo.

—¿No significa eso que la Academia pueda pasar a la clandestinidad…?

La Academia sólo puede trabajar en la clandestinidad, esto es, en callado silencio. No es tarea suya responder a las medidas políticas. Para eso están las Cortes. Lo cual no obsta a que cada académico exprese libremente su opinión personal.

—¿No está la academia demasiado democrática?

La Academia sólo puede acoger en su seno la excelencia.

—Se lo decía por la «ye», por admitir «almóndiga» y «arrascar»…

Si el pueblo es el dueño del lenguaje, por fuerza el Diccionario ha de ser democrático. Por otra parte, los españoles no tenemos la exclusividad del castellano. Nuestra lengua es hoy importante por los que la hablan al otro lado del Atlántico, algo que olvidamos con demasiada frecuencia.
—Decía Baroja que el nacionalismo se cura leyendo. ¿Qué otras cosas se curan leyendo?

La ignorancia, el aburrimiento y, a veces, el insomnio.

—El otro día estuve en un mitin en el que un político llamaba a no leer periódicos ¡En una de las regiones menos lectoras de Europa!

Es que, a menor información, más ciegamente se vota. Pero también es verdad que ahora, en vísperas de elecciones, todos los periódicos están en pie de guerra, a veces de manera desaforada, y su lectura puede pellizcar el alma.

—¿Para qué sirve el latín, además de para que los de Cabra se llamen egabrenses…?

Para leer, además de los clásicos, la correspondencia de Descartes y los «Principia mathematica» de Newton entre otras obras, sin contar a los muchos españoles que sólo escribieron en latín y que alguna atención merecen por nuestra parte.

—¿Es cierto que ya ni los curas saben latín?

No puedo contestar con conocimiento de causa: No soy cura. Pero he tenido por alumnos a sacerdotes que sí sabían latín.

—¿Es una batalla perdida la de la enseñanza del latín?

No creo que el latín esté en guerra, aunque a veces reciba ataques. En cualquier caso, todas las derrotas pueden convertirse en victorias con el tiempo.

—Por cierto, ¿un especialista en lenguas muertas es el forense del lenguaje?

No tengo la impresión de estar trabajando en un laboratorio del CSI. Más bien me esfuerzo por dar vida a los textos antiguos. Luego, de ser algo, sería más bien un médico de recuperación.

—¿Qué se le dará mejor fijar, limpiar o dar esplendor?

Esplendor dan los escritores y de fijar la lengua se encargan los gramáticos. Me contentaría con poder limpiar alguna pequeña erratilla del Diccionario, si es que hay alguna. Pero todavía no se me asignado ninguna tarea en concreto.

—¿Qué le parece que directores de la academia como Pemán se hayan disuelto en la nada?

España ha sido siempre muy ingrata con sus escritores, al revés que Francia. Afirmaba la Biblia que nadie es profeta en su tierra. Y si lo dice la Biblia