Francisco Javier Gómez Izquierdo
En las primeras apariciones por las calles de lo que se suponía había de ser la Democracia, unos cuantos ilusos tuvimos claro que el Imperio de la Ley había de presidir las actuaciones de todos los ciudadanos. El concepto de Justicia no debía ir soldado rígidamente al Derecho, pero creíamos conveniente que cuanto más agarraditos de la mano fueran, más Democracia tendríamos.
Hoy, y a la vista de la proliferación de gallineros cocoricoqueros, he llegado a la conclusión de que el español está incapacitado genéticamente para comprender el verdadero significado del concepto “Estado de Derecho” y por lo tanto sideralmente alejado de lo que se ha de entender por democracia. ¿Tiene el español la culpa?
-En parte, sí, pero no toda.
El ciudadano tiene la obligación de creer que un juez que juzga, da conferencias, sale en la tele, detiene malhechores, etc... sabe más Derecho que el vecino del 6º. Es más, el ciudadano tiene la obligación de creer en un Estado de Derecho en el que un juez no ha de ser bueno ni malo y al que la Democracia utiliza para que aplique la ley. Aplicar. He ahí la palabra clave.
Los jueces españoles que se tienen por los más sabios, a veces, y de modo escandaloso, en vez de a la aplicación de la ley, se dedican a interpretarla. Muy malo es esto, pero considero peligrosísimo que los ciudadanos, incluso los conocedores de la ley, incumplan lo que la ley demanda, por miedo al intérprete Juez.
El Derecho Penitenciario tiene una Ley Orgánica muy fácil de asimilar. Son 80 artículos comprensibles hasta para boches sin instruir y en su artículo 51.2 dice claramente: “Las comunicaciones de los internos con el Abogado defensor o con el Abogado expresamente llamado en relación con asuntos penales y con los Procuradores que los representen, se celebrarán en departamentos apropiados y no podrán ser suspendidas o intervenidas salvo por orden de la autoridad judicial en los supuestos de terrorismo.”
No hay más tío pásame el río. Eso lo debe saber el Director de una prisión. Si no lo sabe, porque me cuenta mi carcelero amigo que hay mucha psicóloga de Directora, la más de media docena de Juristas que trabajan en cada cárcel se lo han de advertir cuando un juez intérprete de la ley acude con el disparatado auto de la intervención de Comunicaciones... Item más: la intervención se ha de comunicar al interno. Sí, sí... No se escandalicen. Troitiño -otro amparado por la interpretación judicial-, De Juana, Urrusolo, Henry Parot... recibieron en su día en mano el auto que les advertía de la intervención.
¿Porqué el director y los juristas del Centro Penitenciario donde se perpetró la intervención de las comunicaciones accedieron a la petición del Juez? ¿Se negaron a cumplir la orden o fueron forzados a acatarla?
El cacaracá de las tertulias de mayoría progresista aún no ha reparado en tan importante detalle. ¿Habrán delinquido también los responsables jurídicos del Centro de Soto del Real? ¿O no fue en Soto?
¿Qué debe inspirar el Juez: miedo o respeto?
Si respeto, estaremos en Democracia.
Si miedo... ¿dónde estamos?
-Pues mire usted, en un país progresista, que como dice el editor de Salmonetes..., es hogaño obligatorio.
Mi amigo el carcelero dice que hubiera preferido el martirio a incumplir la ley... y es que mi amigo aún cree en la Democracia.
En las primeras apariciones por las calles de lo que se suponía había de ser la Democracia, unos cuantos ilusos tuvimos claro que el Imperio de la Ley había de presidir las actuaciones de todos los ciudadanos. El concepto de Justicia no debía ir soldado rígidamente al Derecho, pero creíamos conveniente que cuanto más agarraditos de la mano fueran, más Democracia tendríamos.
Hoy, y a la vista de la proliferación de gallineros cocoricoqueros, he llegado a la conclusión de que el español está incapacitado genéticamente para comprender el verdadero significado del concepto “Estado de Derecho” y por lo tanto sideralmente alejado de lo que se ha de entender por democracia. ¿Tiene el español la culpa?
-En parte, sí, pero no toda.
El ciudadano tiene la obligación de creer que un juez que juzga, da conferencias, sale en la tele, detiene malhechores, etc... sabe más Derecho que el vecino del 6º. Es más, el ciudadano tiene la obligación de creer en un Estado de Derecho en el que un juez no ha de ser bueno ni malo y al que la Democracia utiliza para que aplique la ley. Aplicar. He ahí la palabra clave.
Los jueces españoles que se tienen por los más sabios, a veces, y de modo escandaloso, en vez de a la aplicación de la ley, se dedican a interpretarla. Muy malo es esto, pero considero peligrosísimo que los ciudadanos, incluso los conocedores de la ley, incumplan lo que la ley demanda, por miedo al intérprete Juez.
El Derecho Penitenciario tiene una Ley Orgánica muy fácil de asimilar. Son 80 artículos comprensibles hasta para boches sin instruir y en su artículo 51.2 dice claramente: “Las comunicaciones de los internos con el Abogado defensor o con el Abogado expresamente llamado en relación con asuntos penales y con los Procuradores que los representen, se celebrarán en departamentos apropiados y no podrán ser suspendidas o intervenidas salvo por orden de la autoridad judicial en los supuestos de terrorismo.”
No hay más tío pásame el río. Eso lo debe saber el Director de una prisión. Si no lo sabe, porque me cuenta mi carcelero amigo que hay mucha psicóloga de Directora, la más de media docena de Juristas que trabajan en cada cárcel se lo han de advertir cuando un juez intérprete de la ley acude con el disparatado auto de la intervención de Comunicaciones... Item más: la intervención se ha de comunicar al interno. Sí, sí... No se escandalicen. Troitiño -otro amparado por la interpretación judicial-, De Juana, Urrusolo, Henry Parot... recibieron en su día en mano el auto que les advertía de la intervención.
¿Porqué el director y los juristas del Centro Penitenciario donde se perpetró la intervención de las comunicaciones accedieron a la petición del Juez? ¿Se negaron a cumplir la orden o fueron forzados a acatarla?
El cacaracá de las tertulias de mayoría progresista aún no ha reparado en tan importante detalle. ¿Habrán delinquido también los responsables jurídicos del Centro de Soto del Real? ¿O no fue en Soto?
¿Qué debe inspirar el Juez: miedo o respeto?
Si respeto, estaremos en Democracia.
Si miedo... ¿dónde estamos?
-Pues mire usted, en un país progresista, que como dice el editor de Salmonetes..., es hogaño obligatorio.
Mi amigo el carcelero dice que hubiera preferido el martirio a incumplir la ley... y es que mi amigo aún cree en la Democracia.