José Ramón Márquez
Yo no he visto la corrida de Palha de Sevilla, porque paso de ver los toros por la tele, soportar las sandeces que hablan y ver sólo lo que ellos me quieran mostrar, por lo tanto no diré nada de ella. Diré, sin embargo, que me llama la atención cómo sacan la artillería los mercenarios siempre que falla una de estas ganaderías.
Hemos visto corridas, y tenemos por delante en Madrid la Triferia por si alguien no se ha dado cuenta, en las que el ganado que ha salido guarda la misma relación con el toro de lidia que la que guarda la cadena de restaurantes Arturo con el buen gusto gastronómico y la buena comida. Hemos visto y veremos basura jabonera, castaña, colorada, negra o berrenda con patas y con unos pitoncitos de pin y pon, hemos visto y veremos a esos excrementos derrumbarse, desplomarse, demayarse. Nos hemos desesperado contemplando bichejos inmundos que ofenden a la palabra toro y nunca jamás ninguno de los listos del puchero, de los juntaletras, los ha insultado de la manera innoble con que todos se han puesto de acuerdo para denigrar a la ganadería portuguesa. Total, les sale gratis.
En el colmo de la inmundicia intelectual, acusan a los toros incluso de ser peligrosos. ¡Habráse visto tamaña mala educación! ¡Toros peligrosos! ¿A quién se le ocurre criar toros peligrosos? ¡Maleducado ganadero que no sigue los dictados del libro del juampedritis!¡A la hoguera con él, hombre sin sensibilidad que cría peligro en vez de materias artísticas!
Quien de verdad esté interesado en el peligro, debe esperar aún unos días para que llegue la semana de farolillos. Ahí se podrá comprobar fielmente lo que es verdaderamente peligroso para la fiesta.
***
Tengo un montón de ganas de que triunfe un mexicano en España de una forma rotunda. Macías ayer pagó con sangre el cambio a un toro al que, sin duda, no está acostumbrado. Me enfada que Corbacho no haya sido capaz de cuidar un poco a su torero, pues ésa es la misión de un buen apoderado. El torero, tras lo de ayer, mantiene crédito y cartel. Ojalá pueda estar en Madrid.
Yo no he visto la corrida de Palha de Sevilla, porque paso de ver los toros por la tele, soportar las sandeces que hablan y ver sólo lo que ellos me quieran mostrar, por lo tanto no diré nada de ella. Diré, sin embargo, que me llama la atención cómo sacan la artillería los mercenarios siempre que falla una de estas ganaderías.
Hemos visto corridas, y tenemos por delante en Madrid la Triferia por si alguien no se ha dado cuenta, en las que el ganado que ha salido guarda la misma relación con el toro de lidia que la que guarda la cadena de restaurantes Arturo con el buen gusto gastronómico y la buena comida. Hemos visto y veremos basura jabonera, castaña, colorada, negra o berrenda con patas y con unos pitoncitos de pin y pon, hemos visto y veremos a esos excrementos derrumbarse, desplomarse, demayarse. Nos hemos desesperado contemplando bichejos inmundos que ofenden a la palabra toro y nunca jamás ninguno de los listos del puchero, de los juntaletras, los ha insultado de la manera innoble con que todos se han puesto de acuerdo para denigrar a la ganadería portuguesa. Total, les sale gratis.
En el colmo de la inmundicia intelectual, acusan a los toros incluso de ser peligrosos. ¡Habráse visto tamaña mala educación! ¡Toros peligrosos! ¿A quién se le ocurre criar toros peligrosos? ¡Maleducado ganadero que no sigue los dictados del libro del juampedritis!¡A la hoguera con él, hombre sin sensibilidad que cría peligro en vez de materias artísticas!
Quien de verdad esté interesado en el peligro, debe esperar aún unos días para que llegue la semana de farolillos. Ahí se podrá comprobar fielmente lo que es verdaderamente peligroso para la fiesta.
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Tengo un montón de ganas de que triunfe un mexicano en España de una forma rotunda. Macías ayer pagó con sangre el cambio a un toro al que, sin duda, no está acostumbrado. Me enfada que Corbacho no haya sido capaz de cuidar un poco a su torero, pues ésa es la misión de un buen apoderado. El torero, tras lo de ayer, mantiene crédito y cartel. Ojalá pueda estar en Madrid.
