J. R. M.
CASTELLA, PARA BOINAS DE PEZÓN
ABC:
Este toro [el quinto] le ha permitido a Castella desplegar todo su repertorio: verónicas, chicuelinas ceñidas, pase cambiado en el centro del ruedo, muletazos con las dos manos.
El Mundo:
La faena empieza muy fuerte con los cambiados, sigue con buen trazo con la derecha, tres series, y una buena con la izquierda. Le falta otra. Se mete en su lío Sebastián Castella y le corta una.
El País:
Se concedió, por ejemplo, la oreja más barata de los últimos años, y el depositario fue el citado Castella. El quinto llegó a la muleta alegre y confiado […], y el torero hizo una labor de más a muchísimo menos, de la emoción de dos pases cambiados por la espada al sopor de dos circulares insulsos. Quede en su haber unas vistosas verónicas y un airoso quite por chicuelinas.
Marca:
Castella, que no superó el listón de una faenita apañada con el gran quinto. Pegó pases, pero toreó sin la grandeza que merecía el toro. Vimos un Castella en tono menor, limitado y espeso. Los muletazos al segundo le salieron trompicados. Estuvo más templadito con el quinto, especialmente en las series sobre la derecha. Pero aquel toro era para poner la plaza como una olla a presión y no pasó de conseguir una limitada petición de oreja que el palco aceptó con benevolencia.
MANZANARES, PARA BATAS DE COLA
ABC:
También es noble y claro el sexto, que flojea un poco pero embiste con gran suavidad. Trujillo clava también dos grandes pares. Manzanares disfruta y nos hace disfrutar: ayudados majestuosos, muletazos dibujados a cámara lenta. Su estética mediterránea, hecha de empaque, elegancia y ligazón, pone de pie al público.
El Mundo:
La faena de Manzanares es intermitente. Dos cambios de mano le salen con su sello; con la mano derecha, que es la mano del toro, tapa con su estética llevarlo siempre en el pico de la muleta.
El País:
Y volvió a torear con la prestancia que le es propia José María Manzanares, torero elegante, transfigurado siempre en esta plaza. Acompaña su personal embrujo con la cintura y esconde sus irregularidades con sus finas maneras. Su soso y noble primero sólo le permitió una labor irregular, salpicada por varios muletazos hondos y, sobre todo, por un par de cambios de manos, que es lo que vuelve locos a los espectadores modernos. Mucho mejor estuvo con el muy noble sexto, un buenazo que le permitió el toreo de salón.
Marca:
Manzanares, que se ha convertido en el novio de la Maestranza, encandiló con su toreo accesorio. Por ejemplo, los ayudados, los de la firma y las trincheras de cartel de toros, de una plástica hermosa. Pero en el toreo fundamental estuvo envarado, forzado y conformista con las series de dos muletazos y el de pecho.
CASTELLA, PARA BOINAS DE PEZÓN
ABC:
Este toro [el quinto] le ha permitido a Castella desplegar todo su repertorio: verónicas, chicuelinas ceñidas, pase cambiado en el centro del ruedo, muletazos con las dos manos.
El Mundo:
La faena empieza muy fuerte con los cambiados, sigue con buen trazo con la derecha, tres series, y una buena con la izquierda. Le falta otra. Se mete en su lío Sebastián Castella y le corta una.
El País:
Se concedió, por ejemplo, la oreja más barata de los últimos años, y el depositario fue el citado Castella. El quinto llegó a la muleta alegre y confiado […], y el torero hizo una labor de más a muchísimo menos, de la emoción de dos pases cambiados por la espada al sopor de dos circulares insulsos. Quede en su haber unas vistosas verónicas y un airoso quite por chicuelinas.
Marca:
Castella, que no superó el listón de una faenita apañada con el gran quinto. Pegó pases, pero toreó sin la grandeza que merecía el toro. Vimos un Castella en tono menor, limitado y espeso. Los muletazos al segundo le salieron trompicados. Estuvo más templadito con el quinto, especialmente en las series sobre la derecha. Pero aquel toro era para poner la plaza como una olla a presión y no pasó de conseguir una limitada petición de oreja que el palco aceptó con benevolencia.
MANZANARES, PARA BATAS DE COLA
ABC:
También es noble y claro el sexto, que flojea un poco pero embiste con gran suavidad. Trujillo clava también dos grandes pares. Manzanares disfruta y nos hace disfrutar: ayudados majestuosos, muletazos dibujados a cámara lenta. Su estética mediterránea, hecha de empaque, elegancia y ligazón, pone de pie al público.
El Mundo:
La faena de Manzanares es intermitente. Dos cambios de mano le salen con su sello; con la mano derecha, que es la mano del toro, tapa con su estética llevarlo siempre en el pico de la muleta.
El País:
Y volvió a torear con la prestancia que le es propia José María Manzanares, torero elegante, transfigurado siempre en esta plaza. Acompaña su personal embrujo con la cintura y esconde sus irregularidades con sus finas maneras. Su soso y noble primero sólo le permitió una labor irregular, salpicada por varios muletazos hondos y, sobre todo, por un par de cambios de manos, que es lo que vuelve locos a los espectadores modernos. Mucho mejor estuvo con el muy noble sexto, un buenazo que le permitió el toreo de salón.
Marca:
Manzanares, que se ha convertido en el novio de la Maestranza, encandiló con su toreo accesorio. Por ejemplo, los ayudados, los de la firma y las trincheras de cartel de toros, de una plástica hermosa. Pero en el toreo fundamental estuvo envarado, forzado y conformista con las series de dos muletazos y el de pecho.