José Ramón Márquez ¿Alguien se acuerda de un torero que se prodigaba mucho por las ferias de los pueblos que se llamaba José Tomás? Hace mucho que no se oye hablar de él. Sus palmeros ni le mientan, para tratar de tapar su sempiterna ausencia de Sevilla.
Seguro que el circunspecto torero de Galapagar estará rumiando con su equipo de marketing la estrategia final para el asalto al rabo madrileño. Yo creo que si quieren un ‘modelo de negocio’ o un ‘caso de éxito’, como dicen en las multinacionales. Ahí tiene a su disposición el caso Teja. Si se aplican en estudiar a fondo ese fecundo capítulo de la psicología de masas e introducen, además, la variable del ‘Conflicto de Orden Público’, tan caro a la Autoridad, podemos decir que el hurto del rabo a Toribio es cosa hecha.
Nada más que termine la traca de los fuegos artificiales que ponen fin a la Feria de Abril, la brunete tomatera volverá a la carga.
Seguro que el circunspecto torero de Galapagar estará rumiando con su equipo de marketing la estrategia final para el asalto al rabo madrileño. Yo creo que si quieren un ‘modelo de negocio’ o un ‘caso de éxito’, como dicen en las multinacionales. Ahí tiene a su disposición el caso Teja. Si se aplican en estudiar a fondo ese fecundo capítulo de la psicología de masas e introducen, además, la variable del ‘Conflicto de Orden Público’, tan caro a la Autoridad, podemos decir que el hurto del rabo a Toribio es cosa hecha.
Nada más que termine la traca de los fuegos artificiales que ponen fin a la Feria de Abril, la brunete tomatera volverá a la carga.
