José Ramón Márquez
El otro día nos preguntábamos aquí por el paradero del torero serio, del pétreo, del ciprés de Galapagar. Sus hagiógrafos se han mantenido prudentemente en silencio durante unos días, apabullados sin duda por la rotundidad de su ausencia de Sevilla y por las energías que algunos de ellos han tenido que dedicar a la loa de esa grandiosa figura contemporánea que es Juli y de esa figura mediterránea que es Manzanares. ¿Dónde estará Tomás?, nos preguntábamos.
La respuesta la hallamos a las 8.25 horas de la mañana del jueves, en la estación de Santa Justa. En las páginas -cómo no- de El Mundo, edición de Andalucía, página impar, titular a cuatro columnas y firma de El Mundo, nos contaban que el torero de piedra, que tiene el corazón de oro, ha creado unas becas para dar estudios a quinientos niños mexicanos. Los caminos de la propaganda son así y hay quien usa cualquiera de ellos para llegar a su fin. Como este circunspecto matador de toros se confiesa ateo, pues se ve que no tiene empacho alguno en que su mano derecha sepa por todos los medios de comunicación posibles lo que hace la izquierda; deben ser cosas del agnosticismo ése.
Que conste que me alegro infinitamente por los niños mexicanos a los que haya tocado esta ‘pedrea’, pero, sinceramente, creo que los problemas relativos a la escolarización de los jóvenes en cualquier país deberían estar tutelados por el Estado, que para algo está. En México, en el año 2000, que no me voy a volver loco buscando datos más recientes, según el Censo General de Población y Vivienda, la población en edad escolar, niños y niñas entre 3 y 15 años, era de 28.487.089. Algo más de la mitad de la actual población de España. Alguno por ahí dirá que un grano no hace granero...
La respuesta la hallamos a las 8.25 horas de la mañana del jueves, en la estación de Santa Justa. En las páginas -cómo no- de El Mundo, edición de Andalucía, página impar, titular a cuatro columnas y firma de El Mundo, nos contaban que el torero de piedra, que tiene el corazón de oro, ha creado unas becas para dar estudios a quinientos niños mexicanos. Los caminos de la propaganda son así y hay quien usa cualquiera de ellos para llegar a su fin. Como este circunspecto matador de toros se confiesa ateo, pues se ve que no tiene empacho alguno en que su mano derecha sepa por todos los medios de comunicación posibles lo que hace la izquierda; deben ser cosas del agnosticismo ése.
Que conste que me alegro infinitamente por los niños mexicanos a los que haya tocado esta ‘pedrea’, pero, sinceramente, creo que los problemas relativos a la escolarización de los jóvenes en cualquier país deberían estar tutelados por el Estado, que para algo está. En México, en el año 2000, que no me voy a volver loco buscando datos más recientes, según el Censo General de Población y Vivienda, la población en edad escolar, niños y niñas entre 3 y 15 años, era de 28.487.089. Algo más de la mitad de la actual población de España. Alguno por ahí dirá que un grano no hace granero...